viernes, 16 de noviembre de 2012

El día después, viernes

Llega al fin el viernes tras una semana densa que lastra el ánimo. La huelga sólo funcionó como válvula de escape de las presiones que aplastan a una ciudadanía a punto de ebullición con los copagos en las medicinas, los euros por recetas, los desahucios miserables de los bancos, los despidos al amparo de una reforma laboral que castiga a los trabajadores, la eliminación de derechos, la reducción de salarios, el atropello a los indefensos, el despiece del Estado de bienestar y todos los recortes que el Gobierno arbitra contra los más débiles, a quienes se les hace pagar una crisis que enriquece a los ricos y hace más fuertes a los poderosos, sean países, instituciones o individuos.

Llega al fin el viernes en que se sueña con olvidar los atropellos y los abusos que se ceban en los insomnes y aprensivos por las zancadillas en las que tropieza una y mil veces la justicia y la igualdad. Es el día después del desahogo y el grito, de la protesta y la manifestación, de la ilusión colectiva y la demanda de un futuro que se hurta de toda esperanza para, al menos, alcanzar el viernes del día después. Hoy es ese día, al fin.

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