sábado, 6 de mayo de 2017

De ferias y libros

Hoy finaliza la feria por antonomasia de Sevilla, la que congrega multitudes de propios y extraños en esa ciudad provisional de toldos bicolores y estructuras metálicas que se levanta expresamente en un descampado del barrio de Los Remedios para que los sevillanos renueven el rito anual de reconocerse como un colectivo feliz y alegre y, de paso, dar la bienvenida a la primavera al son del baile, las palmas, los paseos a caballos, los rebujitos y las atracciones mecánicas. Todo ello constituye la Feria de Abril que esta noche se despide con el estallido de cohetes y artefactos pirotécnicos que iluminan la noche con ráfagas de color, cual deslumbrantes luciérnagas fugaces, y explosiones ruidosas de la pólvora. Se acaba la Feria, donde el consumo de bebidas, comidas y diversión compensan el año a los comerciantes que las ofrecen y viven de ello, y la ciudad se presta a inaugurar ya otra feria mucho más reducida, menos ruidosa y bastante más minoritaria que la de Abril.

Es la Feria del Libro (FLS) que se instala, del 18 al 28 de mayo, en los quioscos que se desparraman sobre la Plaza Nueva de Sevilla, la plaza oficial que sirve de vestíbulo al Ayuntamiento de la ciudad y es, por ello, un rincón privilegiado a la hora de convocar a la ciudadanía. Allí se celebra este año la feria de la Cultura, con mayúscula, la que proporciona el libro y la lectura sin tantas algarabías y exhibiciones clasistas como la de Los Remedios. Todos sus quioscos están abiertos al público en general, sin distinción ni porteros de seguridad, para ofrecer anaqueles abarrotados con libros que alimentan la curiosidad de quien los recorre con la vista en busca de ese título o esa obra que aún no ha adquirido. De la otra feria sales aturdido y cansado, pero esta la abandonas con esa satisfacción inquieta, llena de emoción, por entregarte a las páginas del ejemplar que por fin has encontrado. Nunca te decepciona y siempre te sorprende con un descubrimiento insospechado en forma de libro que tal parece te estaba esperando. Ni que decir tiene que la primera me aburre y me estresa, pero que la segunda me encanta y reconforta mis aficiones. Si hubiera que escoger entre ellas, la del libro sería mi elección. Es cuestión de gustos. ¡Qué le vamos hacer!    

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