viernes, 30 de octubre de 2015

Luces del amanecer

Foto. Concha Vilchez
Ahora que las horas responden, en este tiempo melancólico de otoño, al ritmo natural de la noche y el día, los amaneceres nos sorprenden con imágenes más propias de una postal que de la visión cotidiana de sitios y momentos a los que creíamos estar acostumbrados. La luz fronteriza del amanecer va difuminando unas sombras salpicadas aún con los destellos amarillentos de las farolas, creando un ambiente fantasmagórico que seduce al paseante y despierta recuerdos olvidados. Monumentos y parques se desperezan en silencio de la modorra nocturna para mostrar al despuntar el día una belleza inédita y pulcra, como la de un rostro virginal recién aseado. Unos minutos de recogimiento contemplativo, absortos en la placidez de la estampa y la serena soledad del instante, conmueven hasta las lágrimas a unos ojos descreídos de tanta armonía y paz. Una emoción fugaz que enseguida es apagada por los ruidos y las prisas de la rutina.

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