domingo, 2 de agosto de 2015

De idus a calendas

Entre los idus de julio y las calendas de agosto, justo el período en que hemos estado ausentes, han sucedido diversos acontecimientos que, a pesar de la desidia vacacional, llenaron las páginas de los periódicos y los espacios informativos con noticias buenas, las pocas, y malas, como de costumbre. Así, antes de sumergirnos en el descanso estival, se producían dos hechos que ponían de relieve cierta sensatez en los enconados conflictos internacionales. Por un lado, Europa concedía un tercer rescate a Grecia cuando el país parecía abocado al Grexit, la expulsión de los que son dejados en la cuneta del sueño imperial europeo. Eso sí, las condiciones del préstamo son draconianas, peores incluso que las ofertadas antes del inútil referéndum y que los griegos, creyéndose dueños de su destino, habían rechazado. Si no las quieren, toma taza y media, parece que pensaron en Bruselas. Y en eso andan en el Gobierno de Syriza, buscando apoyos y apaños para lo que iba ser “de entrada, no” y ha acabado convirtiéndose en “lo que usted mande”, señora Merkel.

La otra buena noticia –si es que puede considerarse buena el alejar temporalmente la amenazada de salir de la eurozona a Grecia- fue el acuerdo alcanzado por EE.UU e Irán que evita que los persas, mediante inspecciones periódicas a sus instalaciones, fabriquen la bomba atómica… de momento, aunque nada impide que continúen utilizando la energía nuclear con fines pacíficos. A pesar del rechazo que provoca a los “halcones” de ambos bandos, el compromiso sólo es fruto de la sensatez en vez de la locura. Ya lo subrayó Obama al presentarlo: las opciones eran el diálogo o la guerra. Y ha preferido el sentido común a las bombas, en contra del criterio de Israel. ¿Qué pasará ahora, tanto en Grecia como en Irán? Que viviremos, provisionalmente, un poquito más tranquilos, levantando “corralitos” y embargos que castigan fundamentalmente a los más débiles, al pueblo llano, y no a las élites, sean políticos o clérigos. A ver lo que dura.

Pero no todo iba a ser buenas noticias. Los yihadistas del Estado Islámico responden con prontitud a la paz firmada entre Irán y EE.UU. haciendo estallar un camión-bomba en un nutrido mercado de Irak, matando a más de 120 personas e hiriendo a cerca de doscientas. El día escogido para la masacre era la noche del último día del Ramadán, lo que aseguraba el efecto letal del atentado. La sangrienta actividad de los fanáticos del puesh continúa proporcionando un reguero de terror y odio allí donde se establece, disputando a Al Qaeda el protagonismo del terrorismo islamista en el mundo. En este frente de batalla, el precio de la información y la verdad se paga con la mordaza o la vida de los periodistas. Las últimas víctimas propiciatorias son tres periodistas españoles desaparecidos en Siria, uno de los lugares en que se bate el pulso entre los radicales islamistas, las “primaveras” árabes y los intereses de Occidente. Son dos reporteros freelance (así anda el negocio), Antonio Pampliega y Ángel Sastre, y un fotógrafo, José Manuel López, de los que no se tienen noticias desde el 12 de julio pasado, cuando se perdió su rastro en la ciudad de Alepo, al norte del país. Por si las cosas no estuvieran suficientemente caldeadas en la zona, unos colonos israelíes matan a un niño palestino de año y medio de edad al quemar la vivienda de su familia en Cisjordania. El hecho, por su crueldad, ha sido tachado por el propio Netanyahu de “acto terrorista”, lo que no le impide continuar con su política de ocupación del territorio palestino, sembrándolo de colonias judías.

Israel prosigue, así, su estrategia de desplazamiento de la población árabe de los territorios palestinos a golpe de hechos consumados y por la fuerza. Una fuerza que interviene de forma desproporcionada en caso de enfrentamientos y agresiones. Tan desproporcionada que Amnistía Internacional acaba de publicar un informe en el que acusa a Israel de cometer “crímenes de guerra” cuando, hace justo un año, intentó rescatar a un militar secuestrado por milicianos de Hamás, dejando un balance de 135 civiles muertos y barrios enteros de Rafah, en la Franja de Gaza, arrasados “sin miramiento”. Tras la “limpieza” militar, el Gobierno israelí autorizó la construcción de 300 nuevas viviendas para colonos en Cisjordania, precisamente el lugar donde la tensión y el odio de los fanáticos han acabado con la vida de ese niño palestino, quemándolo vivo. Por mucho que se califiquen los hechos, si no se actúa sobre sus causas, éstos permanecen, se enquistan y se agravan. Algunos siguen prefiriendo la guerra al diálogo.

Otro que ha desparecido, en este caso definitivamente, es un cómico de la España cañí y un grande del cine patrio que supo reírse de si mismo y hacernos reír de nuestras miserias, complejos y mezquindades: José Sazatornil, “Saza”, ese actor catalán con cara de cenizo, nariz prominente y bigotito facha que representó con histrionismo los personajes de la España reprimida y hambrienta de libertades que ojalá se haya ido con él a ocupar el lugar que le corresponde en la memoria colectiva y superada de este país. Descanse en paz.

Precisamente, harto de visitar cada mes Cataluña, el rey Felipe VI se puso serio en la última recepción que ofreció en aquella comunidad, con ocasión de la entrega de despachos de la 65 promoción de jueces, porque comprendió que la obsesión independentista de Artur Mas es “irreconducible”. Y es que las elecciones autonómicas en clave plebiscitarias que están convocadas para el próximo 27 de septiembre responden a una estrategia obcecada de los independentistas, impulsada por Artur Mas y Oriol Junqueras, para sortear la Constitución y elaborar una ley “tránsito” hacia un Estado catalán separado de España. Lo malo no es que triunfe el “sí” en esos comicios –cosa difícil, al menos con la rotundidad que sería necesaria-, sino la reacción que adopte Mariano Rajoy desde Madrid para “reconducir” la situación y obligar a respetar la legalidad. Más que a los catalanes, temo al Gobierno del Partido Popular en todo este embrollo, cuyo desenlace no está ni mucho menos claro. Para colmo, el candidato que eligen los conservadores para tales comicios es un conocido político que representa a la derecha más intransigente y xenófoba de Cataluña y de la España de la gaviota. Es decir, en vez de proceder al diálogo y la sensatez, como hace Obama en Irán y Cuba, optan por la confrontación y la fuerza, al estilo de los sionistas. Los prudentes, que también existen en nuestro país, confían en que no se llegue a intervenir la Comunidad y no encarcelen al President de la Generalitat. Pero son pesimistas.

Y es que, si ésta es la “renovación” de la que habla el Partido Popular, retornando a sus “esencias” con caras nuevas y descorbatadas que en nada modifican ni los usos ni los contenidos ideológicos del partido, aviados estamos. Por mucho que esté dispuesto el presidente del Gobierno, reacio visceral a los medios de comunicación, a mantener cuantas entrevistas y apariciones mediáticas se le pongan por delante, tendrá muy difícil hacer olvidar sus mentiras y su herencia de recortes y austeridad a raja tabla. Se lo está poniendo en bandeja a Ciudadanos, la formación que ve con optimismo cómo el electorado conservador, pero no cavernícola, engrosa sus expectativas de votos en cada convocatoria electoral. Los populares están desconcertados con la pérdida a raudales del apoyo ciudadano a su gestión, de la que no hacen ninguna autocrítica, y a la que consideran artífice de una recuperación que no a todos alcanza.

Claro que más desconcertados –y conmocionados- están en México con la fuga espectacular del capo “El Chapo” de una cárcel de máxima seguridad. El narcotraficante escapó a través de un túnel que sus lacayos construyeron bajo tierra, comunicando su celda con el exterior. Ni la vigilancia ni los sensores electrónicos detectaron ningún indicio de lo que se cocía ante sus propias narices. La “Gran evasión” se queda corta en la comparación a la hora de elaborar una obra de ingeniería, precisión y osadía como la protagonizada por el delincuente mexicano, que recorrió el túnel en una motocicleta, para escaparse de sus carceleros. Y, encima, cobrará derechos de autor cuando se realice la película.

Menos mal que en Andalucía somos más prosaicos, menos imaginativos. Mantenemos nuestras rutinas. La juez del caso Aznalcóllar imputa por prevaricación, en la concesión a Minorbis-Grupo México la explotación de la mina de esa localidad sevillana, a la directora general de Industria de la Junta de Andalucía, al interventor de ese departamento y a cuatro miembros de las comisiones técnicas y de contratación. Nada nuevo bajo el sol… de la corrupción, desgraciadamente.

Todo sucede dentro de la más absoluta normalidad, hasta el parto de la presidenta de la Comunidad, Susana Díaz, cuyo embarazo llegó a término a finales de mes y dio a luz su primer hijo en un hospital público, como corresponde a un socialista de ley. Ahora, el debate se centra en el tiempo que estará de baja maternal, cuando lo importante es que consiga ser una mamá feliz, ya que ello sería síntoma de normalidad biológica y política, sin temor a los idus de julio ni a las calendas de agosto.

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