viernes, 19 de junio de 2015

Un verano más


Ya estamos de lleno en el verano, aunque falten horas para que astronómicamente sea una realidad y todavía continuemos apurando la que, a falta de otras noticias, es la primavera con más extremos históricos de los últimos años: los días más secos, las lluvias más copiosas, los vendavales más violentos, granizos como peñascos, tornados en latitudes no habituales, etc. Y para constatarlo, esas noticias se acompañan de series estadísticas que nadie coteja y testimonios que ratifican el extraño comportamiento de la atmósfera, inaudito para la fecha. Ya nadie se acuerda de que la primavera es así, inestable y arbitraria. Cada año y cada estación presentan su singularidad, rápidamente explotada por unos medios de información que difunden estas noticias de manera recurrente e ilustrada con imágenes que no son más que variaciones de instantáneas antiguas: gente refrescándose en las fuentes, calles anegadas por una inundación, cosechas arrasadas por el granizo, olas que golpean con violencia la costa, sequías temporales, etc.

La información anodina nunca es noticia y hay que revestirla de peculiaridad y cierta relevancia. El domingo comienza oficialmente el verano. He ahí el sucinto, veraz e intrascendente acontecimiento que para algunos significa calor, vacaciones, tedio, atascos, intoxicaciones alimentarias, playas atiborradas de bañistas, moscas y demás inconvenientes para quien no gusta de la interrupción preestablecida de sus hábitos, cual obsolescencia programada de un aparato. O el pistoletazo de salida para la diversión, el descanso, los amigos, la familia, las escapadas, las lecturas, los viajes y esas mil actividades ansiadas y vedadas el resto del año. Cada año igual, para unos y otros, digan lo que digan los periódicos y otros medios. Para todos, en cualquier caso, ya vivimos un verano más. Lo importante es superarlo. Suerte.

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