lunes, 13 de abril de 2015

El patriotismo de la derecha

La derecha económica –e ideológica- está exultante con la situación actual del país. Nunca en su vida había imaginado que sus ideas y valores tuvieran una influencia sin apenas contestación como en la actualidad. Es tanta su arrogancia que confunde sus intereses –de clase- con los del país, hasta el extremo de que el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, se muestra ufano en calificar las políticas de austeridad emprendidas por el Gobierno conservador de Mariano Rajoy (que lo nombró para el cargo) de “patriotas”. Sus palabras textuales fueron que “no es austeridad, sino patriotismo” lo que impulsa los mayores recortes de la historia de este país en derechos, libertades y prestaciones sociales. Hay que ser muy cínico o muy dogmático para sostener una afirmación así. O ambas cosas a la vez, como parece ser el caso.

Ya que para una mentalidad de derechas ser “patriota” consiste en reducir los salarios a los trabajadores, facilitar y abaratar el despido en las empresas e, incluso, dejar en la calle a más gente en paro que cuando el Gobierno asumió el poder. “Patriotas” que engrosan sus beneficios a costa de reducir “gastos” exclusivamente por vía del trabajo, no pagar las horas extraordinarias a sus empleados, modificar las condiciones laborales para no reconocer antigüedad ni estabilidad laboral a los trabajadores, despedir para volver a contratar más barato y gozando de exenciones fiscales, incluir como inversión el gasto suntuario de empresarios y altos dirigentes o lucrarse a costa del empobrecimiento de los más necesitados. Para un pudiente resulta fácil ser “patriota”: es hacerse más rico aún, haciendo recaer las medidas para afrontar una crisis económica en quienes no tuvieron ninguna responsabilidad en su creación. Los causantes de la misma, con la complicidad del Gobierno, culpan a los ciudadanos de “vivir por encima de sus posibilidades” para continuar ejerciendo de “patriotas”.

Porque ser “patriota” para la derecha española es recortar en sanidad pública, reducir médicos, enfermeros, celadores, administrativos y demás personal de un hospital, imponer “copagos” sanitarios y “repagos” farmacéuticos, además de limitar o eliminar determinadas prestaciones sanitarias hasta conseguir un deterioro tan evidente de la sanidad que aconseje su cambio de titularidad y dejar a la iniciativa privada la prestación del servicio, con la aquiescencia –como mal menor- de unos usuarios hartos de soportar tantos impedimentos a la hora de exigir sus derechos cuando enferman. Para una política de derechas, reducir la inversión pública en sanidad y aumentar los conciertos y la “externalización” de servicios con la privada es ser un genuino “patriota”, sobre todo si luego se tiene garantizado un buen empleo en el sector privado al que favorece. Lo más “patriota” del mundo es dejar sin cobertura sanitaria a la mayoría de la población para que una minoría afortunada se costee cualquier atención médica en clínicas privadas, que es a lo que tiende la austeridad “patriota” que alaba el señor gobernador del Banco de España, de “su” España.

De idéntica tendencia “patriota” son las medidas implementadas en educación, donde, además de los “ajustes” para la reducción de plantillas y nóminas, se aumenta la “ratio” de alumnos por clase y se limitan las becas para la enseñanza universitaria. Eso sí, se reintroduce la asignatura de religión en el bachillerato, no para adoctrinar (¡Por Dios!), sino para educar en valores… “patriotas”, como buenos católicos, a los alumnos aunque para ello se haya tenido que suprimir previamente Educación para la Ciudadanía, asignatura que impartía valores cívicos y constitucionales, al parecer antipatriotas. Al mismo tiempo, se “encauza” al alumnado, desde antes de tener edad de forjarse un criterio, hacia lo que demanda el mercado: conocimientos básicos, formación laboral, mano de obra sin cualificar y voluntades sumisas, por necesidad, a las imposiciones empresariales, siempre dispuestas a maximizar los beneficios y a minimizar los derechos de los trabajadores. Justo a lo que el gobernador “patriota” se refiere cuando habla de una “devaluación interna”: recortar salarios, costes y demás “gastos” que hacen “insostenible” el derecho a la riqueza de los verdaderos “patriotas”.

Y de tanto preconizar estas ideas neoliberales están consiguiendo que nos las creamos. Que ellas, y sólo ellas, representan a la patria y responden a sus exigencias. Que la única patria posible es la que hace prevalecer al Capital y subordina las necesidades de los ciudadanos al beneficio y el lucro. Así, han conseguido que los españoles sean tan “patriotas” que están convencidos de que, con su pobreza, la patria gana. Que sin sanidad pública, la salud está garantizada. Que sin educación pública, la formación para afrontar los retos de la vida será más sólida. Que sin recursos para la dependencia, las ayudas a una vejez inválida serán posibles. Que sin el fomento a la cultura y el arte, nuestra visión del mundo será más realista y llevadera. Que sin inversión en Ciencia e Investigación, en el futuro tendremos más progreso y bienestar. En definitiva, que si los ricos son más ricos, el resto de españoles seremos más felices, viendo que la patria, la de esos ricos afortunados, se reafirma en sus valores y defiende sus intereses. Tal es la acepción con la que el gobernador del Banco más patriota de España, el que vela por el interés general de los “patriotas”, califica las medidas de austeridad del Gobierno. Para eso le paga el Gobierno con el dinero de todos. Porque somos patriotas.

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