miércoles, 16 de julio de 2014

Hasta luego


También de opinar se harta uno. Se cansa quien expresa su parecer y se cansan los lectores que siguen estas entradas después de una temporada intentando desbrozar los asuntos que al autor le causan desasosiego y recelos. Llega el turno del descanso, no se sabe si merecido o no, pero que resulta necesario para todos en general, tanto para quien escribe como para los que leen unas opiniones a veces compartidas, y otras, rebatidas por los que no están de acuerdo con ellas. Así es el diálogo silente de intercambiar impresiones.

Este blog también enmudece por vacaciones. Sólo quince días, un descanso relativo que permitirá a quien lo elabora poder hacer con placer y sin premuras lo que normalmente realiza sometido a la presión de la actualidad y las urgencias de lo inmediato. Un receso, libre del reloj, para seguir desde una hamaca el curso de los acontecimientos y no perder el pulso de la actualidad, pero especialmente para recuperar los viejos asuntos que siempre quedaban pospuestos a una mejor ocasión. Mientras el blog calla, llega el período de las aficiones, aunque éstas coincidan muchas veces con las obligaciones rutinarias: desempolvar libros, retomar escrituras, hacer caminatas, deslumbrarse ante alguna tontería de la naturaleza y compartir charlas con amigos y familia. En definitiva, recrearse en deambular por calles y pensamientos sin más rumbo que el que brinde la sorpresa y por mera distracción física y mental.


Lectura vacaciones
Se trata de un paréntesis que se asume porque es saludable atenerse a los ciclos del calendario, adaptarse a los ritmos que condicionan la convivencia colectiva y regulan la actividad humana. Se respetan como obligadas estaciones de tránsito que interrumpen la rutina y permiten estirar las piernas, dándonos oportunidad de organizar prioridades y evaluar lo conseguido, separando lo anecdótico de lo sustancial y satisfactorio. Nada mejor para reflexionar que estar sentado frente a un horizonte infinito en el que medimos nuestra insignificancia mientras el Sol se oculta con rojizo desprecio a la soledad consciente que lo contempla.  

Al cabo de 15 días retomaremos el siempre agradable encuentro con los invisibles babilonios que curiosean estas páginas. A todos ellos les deseo un buen verano, aunque la expresión resulte un simple convencionalismo que podría ofender incluso a quienes, por culpa de una crisis que tantos estragos está causado, no puedan siquiera permitirse el lujo de descansar. Serán ellos los que, precisamente, me harán impacientar por volver a establecer una relación en la que podemos manifestar nuestros anhelos por un mañana infinitamente mejor que cualquier ayer y para que esa cacareada recuperación de la que tanto hablan se convierta en una realidad en todos los hogares españoles y no sólo en los bancos.

El 31 de julio, si nada se tercia, tenemos una cita a la que Lienzo de Babel acudirá puntual. Mientras tanto, gracias por dedicarnos vuestra atención y tener la paciencia de seguirnos. Y para que no se haga demasiado larga esta quincena sofocante, les propongo la compañía de Al Jarreau, que siempre deleita el oído con tu canción. Hasta luego.


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