lunes, 5 de mayo de 2014

¡Que no decaiga la feria!

Esta noche comienza oficialmente la Feria de Abril de Sevilla, un acontecimiento de tanta entidad que ni siquiera hace falta que se celebre en el mes que le da nombre. El calendario es un condicionante menor, mera excusa para levantar una ciudad de lonas y farolillos en medio de una explanada vacía, sin urbanizar, para que la vanidad y las máscaras se exhiban desinhibidas por el Real, sin hipocresías que disimulen las diferencias sociales. Todos aprovechan para disfrutar de una semana que nadie se atreve a incluir entre los despilfarros que deberían ser reconducidos por la austeridad y los desdichados recortes, gastos en fastos y derroches para que el carnaval de volantes y caballerizas nos ayude olvidar por unos días la pobreza que no alcanza al interior de las casetas. La mayoría de quienes la visitan recorre el recinto empujada por una multitud de personas que contemplan, admiran y envidian a los favorecidos de la sociedad que pueden permitirse el lujo que reservar para los suyos el disfrute privado, custodiados por guardas de seguridad, de auténticos pero fugaces salones, espléndidamente embellecidos con flores, espejos y muebles de noble madera, en los que ni la música, el baile, la comida o las bebidas escasearán para sus privilegiados propietarios y familiares. Una luz que nos atrapa con su fulgor y nos ensordece con el ruido de las sevillanas para hacernos a todos partícipes de la tópica alegría andaluza que, de paso, sirve para rescatar momentáneamente del paro a unos pocos trabajadores al servicio de la fiesta. ¡Que no decaiga!

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