domingo, 11 de mayo de 2014

Montoro, réplica de Toledo en Andalucía

En las estribaciones de la Sierra Morena, ocultándose celosamente del viajero que entra y sale de Andalucía por autovía o tren sin percatarse apenas de su existencia, se encuentra abrazada por el río Guadalquivir la sorprendente ciudad de Montoro, una réplica por su estructura geográfica de la imperial Toledo, pero en dimensiones y ambiciones más abarcables y concentradas, como buena esencia de lo valioso y bello.

Al igual que la ciudad de castellanomanchega, Montoro se encarama en lo alto de unos cerros a los que rodea un Guadalquivir extasiado con la panorámica de unas casas colgantes que se reflejan en sus aguas. Pero en vez de un Alcázar, es la torre de la Parroquia de San Bartolomé lo que corona, con su tez rojiza de piedra molinaza, la collación laberíntica y empinada de Montoro, otorgándole a la ciudad su perfil inconfundible y hermoso.

Un puente también rojizo, de cuatro arcos de medio punto, une un barrio del otro lado del río con el casco urbano gracias a las aportaciones que las damas del pueblo hicieron para su construcción a finales del siglo XV, donando sus joyas. De ahí que el puente sea denominado como el de las Doncellas o Donadas.

Cual réplica fidedigna, Montoro también alberga en sus calles alguna urna con la imagen de la Virgen, que en nada envanece a la de los Alfileritos toledana; cuenta con un Museo del pintor local Antonio Rodríguez Luna, ubicado en la antigua Ermita de San Jacinto, donde se custodian sus obras como si se tratase El Entierro del Conde Orgáz, del Greco; y alberga hasta una fábrica de mazapanes, La Logroñesa, que desgraciadamente no abre todo el año.

Únase a todo ello una rica gastronomía en la que destacan el salmorejo y flamenquín cordobés, un paisaje de olivares que trepan por la serranía en verdes filas disciplinadas, los pantanos y embalses que a pocos kilómetros ofrecen un remanso de paz y frescor, y unos vecinos amables y abiertos a la conversación y la convivencia, y obtendrá una de las razones para visitar a “La Bella Escondida”. No siempre los mejores destinos son los más publicitados, sino esos rincones de nuestra tierra que por humildad ni se atreven a reclamar su visita. Pero merecen la pena. Les recomiendo se sorprendan con la hospitalidad y la belleza de Montoro, una réplica de Toledo en Andalucía.   
 

 

 
 

 

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