miércoles, 18 de septiembre de 2013

Curso de Wert (güenza)


Ministro Wert
Se inicia el curso escolar más problemático y conflictivo de la historia educativa reciente. Nada más comenzar, ya están convocados paros y manifestaciones que delatan el descontento que reina entre profesores y alumnos, a todos los niveles: desde la enseñanza primaria hasta la universitaria. A nadie deja indiferente el presente curso escolar. Y la causa es sólo una, una persona: don José Ignacio Wert, el ministro que más cambios que producido en los contenidos educativos y más recortes ha proporcionado a la enseñanza. Aunque él lo niega, no engaña a una comunidad que está sensibilizada y harta de sufrir, cada vez que se produce una alternancia de Gobierno, los vaivenes de la política educativa de este país. Pero este año el colmo lo constituyen la magnitud de las limitaciones de todo tipo y las afrentas que ha tocado padecer a la educación pública, con reducciones importantes en la plantilla del profesorado, aumento de horas lectivas, recortes presupuestarios y salariales, incremento del número de alumnados por clase, reducción de becas y amplio etcétera que mantienen los ánimos caldeados y crispados. No es de extrañar que, por ello, el inicio del curso haya sido explosivo. Y peor se puede poner.

El efecto de los recortes que reflejan las estadísticas es profundamente desolador. Ya el año pasado, unos 500.000 niños perdieron las ayudas para comprar libros texto o material escolar, tras el tijeretazo del 47 %  (67 millones de euros) de esa partida ministerial. Pero más grave aún es que cerca de 25.000 alumnos no disfrutarán de becas este año, de ellos 10.000 universitarios que verán mermadas sus posibilidades para una formación superior. Yo no sé si el dinero que el Estado va a ahorrarse con estos “tijeretazos” (unos 195 millones de euros, un 11% menos) servirá para sacar al país de la crisis, pero de lo que estoy seguro es que lo hundirá aún más en la pobreza intelectual y en la carencia de una “masa gris” que potencie la necesaria innovación, desarrollo e investigación que precisa nuestro tejido industrial y productivo. Tal vez piense el ministro Wert que sobran universitarios críticos, esos que incluso le niegan el saludo cuando les hace entrega de  un premio, y lo que conviene sea una ingente masa no cualificada destinada a ser “carne de cañón” (barata, se sobreentiende, pero con idiomas) para el sector más pujante de nuestra economía: turismo y ladrillo; es decir, camareros y albañiles.

Así las cosas, que en las escuelas públicas existan 20.000 profesores menos este curso no es más que la consecuencia de esa política cortoplacista y neoliberal que aplica el Gobierno de Mariano Rajoy en todo lo que son derechos e inversiones sociales, y de la que el ministro Wert no es más que el mandado de turno. Luego se queja de que las huelgas que convocan los damnificados por sus “recortes” son “políticas”, cuando –como titular de educación que se supone que es- sabe que, por definición, cualquier interés por lo colectivo y el bien común es político. ¿O acaso sus medidas no son políticas? ¿No es político -y sectario- suprimir la asignatura de Educación para la Ciudadanía? ¿Reintroducir la religión no es ideológico y, por tanto, político?

Pues protestar por todo ello y reclamar mayores recursos para preservar el derecho a la educación, exigiendo unos contenidos estables y sin “catecismos” dogmáticos y adoctrinadores en función del gobernante de turno, es lo que reclaman los que se echan a la calle, el próximo 24 de octubre, en defensa de la escuela pública, en lo que será la segunda huelga general educativa. El ministro Wert no lo percibe así y cree que los manifestantes son unos ignorantes, con lo que su actitud y talante sirve para calificar el curso escolar que él promueve: de “wert”güenza.

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