jueves, 27 de diciembre de 2012
Amaneceres dominicales
En estos días “raros” en que las mañanas son
dominicales con cada fiesta y las aglomeraciones vacían los barrios para
concentrarse atraídas por la miel en los centros comerciales, brillantes de
luces narcóticas, resulta relajante pasear por los alrededores olvidados de los
espacios que formaron parte de la adolescencia y la juventud. Vuelven rincones
ahora en silencio que estaban llenos de las voces de nuestra mocedad y aquellas
agitaciones impacientes por atrapar un futuro que hoy nos parece adelantado. Son
los mismos sitios con la piel mudada y ajada que hace que los percibamos
distintos y empequeñecidos. La mirada los recorre en busca de lo que fuimos y sólo
encontramos las sombras del recuerdo. Son instantes de una nostalgia de la que
cuesta retornar al mundo cotidiano del presente y regresar al camino de la
lucidez. Es entonces cuando volvemos a escuchar la música que estábamos
oyendo y que nos permite seguir soñando con amaneceres dominicales. Pat Metheny y Herbie Hancock me ayudan a despertar.
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