jueves, 29 de noviembre de 2012

Dispuesta a todo

Venía dispuesta a todo, entregada a lo que hiciera falta para conseguir lo que se proponía, sin importarle las molestias ni los perjuicios que ello supusiera. Por eso, no se quejó del pinchazo en una azulada venita del dorso de la mano, sólo observó que en esa zona dolía un poco más, restándole importancia. Tampoco pronunció queja alguna cuando hubo que volver a pincharle en la flexura de ambos brazos de manera infructuosa ni cuando se logró puncionar otra vena en la muñeca izquierda. Llevaba ya varias horas en el hospital sin que ninguno de estos intentos por canalizarle una vía fuera eficaz para realizar el procedimiento al que se había ofrecido de manera voluntaria. Finalmente tuvo que someterse a la inserción de un catéter en una vena profunda, bajo anestesia local, por parte de otros profesionales de un servicio especializado, que también encontraron cierta dificultad en lograrlo. Cuando al fin pudieron conectarla a la máquina, tenía más hambre que dolor. Sólo pudieron ofrecerle un bocadillo hasta que a media tarde finalizó la extracción. Ni siquiera entonces, tras tantos padecimientos y cosida a pinchazos, manifestaba contrariedad alguna. Estaba convencida de que todos los sacrificios serían recompensados. Su hermano era el destinatario de la medula ósea que acababa de donar y, gracias a ella, él recobraría la salud. Venía dispuesta a todo por conseguirlo.

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