domingo, 30 de septiembre de 2012

Al tercero, continuó...


Este blog cumple hoy tres años de existencia, una edad longeva para lo inicialmente previsto. Desde las tímidas entradas con las que comenzó su recorrido, impregnadas de un recelo sonrojante por enfrentarse al público –físico o virtual-, hasta los últimos post más francos y decididos, todos y cada uno de los artículos han respondido sin reservas al pensamiento del autor y reflejado su posición sobre los temas que aborda. Como en la vida real, unas veces los textos despiertan la adhesión de los seguidores, y otras, la indiferencia o el rechazo. Ninguno de ellos pretendía, en cualquier caso, el aplauso unánime, sino aportar una visión personal que se suma a la amplísima variedad de enfoques desde los que se puede cuestionar la realidad y contribuir a la saludable pluralidad que los hace posible.

Tres años de Lienzo de Babel representan una larga vida para una bitácora tan personal como ésta, que abarca una temática diversa y en ocasiones caprichosa. No es un cuaderno cultural ni político ni chismoso, aunque no renuncia hacer excursiones críticas a esos asuntos, siempre desde el respeto y la pulcritud, tanto en las formas como en el fondo. La literatura, la filosofía, la música y las artes han convivido con la política, la economía y la crítica social en un batiburrillo temático que se intenta ordenar con etiquetas que se multiplican función de los asuntos abordados.

Con todo, Lienzo atrae la curiosidad de lectores -esos "babilonios invisibles"-, repartidos por todo el mundo, que dejan sentir el peso de la responsabilidad cuando se teclea cada artículo o comentario. De ahí la permanente apuesta por la mejora y el perfeccionamiento de una ventana abierta a todos, a pesar de las carencias ya repetidamente deploradas por el autor acerca de su habilidad con las nuevas tecnologías. Convencido de la importancia prevalente del mensaje, el bloguero es consciente no obstante del valor del envoltorio que facilita la recepción y asimilación, y procura que lo que vaya a contar esté inserto en un contexto atractivo y comprensible, máxime en un soporte audiovisual como es un blog de internet. De ahí que deba agradecer la colaboración desinteresada de quienes ayudan a modernizar esta página, como la contribución de JPB en el diseño de la cabecera, y de otros muchos amigos por sus consejos. Todos ellos son los que hacen posible que esta iniciativa sea longeva y tenga esperanzas de futuro, porque además quedan cosas por hacer.. Queda pendiente la utilización de las redes sociales y de buscadores de internet que favorezcan la difusión del blog, por ejemplo. O la utilización de imágenes y vídeos originales, editados por el autor.

Afortunadamente, ilusión y voluntad para proseguir la tarea no falta. Tras más de 600 entradas, aún restan infinidad de facetas que nos descubren siempre algo nuevo de las relaciones que mantenemos en sociedad, y, sobre todo, experiencias que compartir a través de este Lienzo, que ha recibido más de 20.000 visitas en sus tres años de existencia. Pero para que exista un diálogo, es imprescindible la participación de los seguidores que nos acompañan. Si ellos, sin ustedes, esta iniciativa carecería de sentido. A todos, pues, mis más sinceras gracias.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Chuzos de otoño

El otoño, con su climatología adversa, ha sido puntual este año y se ha acompañado de  negros nubarrones desde los que han llovido chuzos sobre una tierra nunca preparada para soportarlos. No sólo ha causado importantes inundaciones en el sur del país, con el resultado de cinco personas fallecidas, sino que los destrozos afectan a los bienes materiales en los que descansa el bienestar de la población.

Son chuzos que amenazan a una deuda que sigue deparando la desconfianza del mercado y nos mantiene al borde del rescate, con todo lo que ello implica. Ya se ha estimado que la banca española requerirá ayudas por valor de más de 50 mil millones de euros que procederán del primer préstamo que Bruselas concederá como adelanto a un rescate aún mayor de toda la economía nacional.

Una economía que, a pesar de todos los “ajustes” acometidos, sigue sin generar una actividad que proporcione recursos. Ni la subida del IVA, ni las modificaciones del IRPF ni la creación de nuevos impuestos logran aumentar significativamente los ingresos del Estado, quien se ve obligado a equilibrar las cuentas haciendo recaer el grueso de los recortes en las partidas del gasto (servicios sociales) para cumplir con el objetivo del 4,5% de déficit del PIB acordado con Bruselas. Eso traslada nuevos sacrificios a los ciudadanos y mayores esfuerzos que los empobrecen aún más, como si fueran los culpables de una crisis de la que en realidad son víctimas.

Eso sí, se perdonarán impuestos a ese negocio de tanto futuro como es Eurovegas (exenciones en el IBI y el IAE), tal como demandaba su patrocinador, el magnate Sheldon Adelson, además de adaptar algunas leyes (prohibición de juego a menores, prohibición de fumar en espacios públicos cerrados, etc.) que posibiliten la corrupción de nuestro modelo de sociedad para satisfacer los intereses lucrativos de un casino. Dicen que es para generar trabajo, pero yo le recomendaría a un hijo que no lo buscase allí. Esta falta de respeto a las leyes y los derechos laborales, como exigen las patronales, están consiguiendo que el trabajador quede desamparado y al socaire de la voluntad empresarial, sólo atenta a sus beneficios e indiferente a la dignidad de las personas.

De ahí que no sea de extrañar el creciente malestar de la población, harta de afrentas y golpes a lo que garantiza su dignidad, ganarse el sustento gracias a un trabajo, y por la nula sensibilidad de unos representantes políticos que están más pendientes de las poltronas que de las demandas de la gente. Los nubarrones de otoño anuncian más movilizaciones, además de la del pasado 25 de septiembre que tanto bochorno causó al pretender “rodear el Congreso” y acabar a hostias hasta con los usuarios del Metro. Para el Gobierno, los provocadores eran los manifestantes que querían simbolizar el rechazo a unos políticos ajenos al sentir ciudadano, no los “compañeros” de paisano infiltrados que confundieron a los propios policías. Como conclusión que circula por las redes: o los violentos eran los infiltrados o la manifestación era pacífica. Si no, no se entiende que la policía golpee a un “compañero” infiltrado. Una actuación “represora” ejemplar, en opinión de quienes mandan las fuerzas del desorden.

Me imagino que afinarán el procedimiento porque el movimiento Occupy prepara una “cacerolada global” a escala global para el próximo día 13 de octubre, en la que participarán Madrid y Barcelona, en principio, con la intención de hacer que el ruido de “la frustración y el malestar” de la gente sea “difícil de ignorar”. Además, los mineros también trabajan en nuevas movilizaciones si el ministerio de Industria, en la Comisión de Seguimiento, no presenta un proyecto de mantenimiento de la producción y cumple con el Plan de la Minería. También los estudiantes, a través de su Sindicato, tienen prevista la organización de una huelga en contra de los recortes y en defensa de la enseñanza pública. Y la Sanidad anuncia continuar con las acciones de protesta y las manifestaciones a favor de los servicios públicos.

Es decir, que si vuelve haber inundaciones este otoño es por negligencia del Gobierno, porque las nubes amenazan chuzos con meridiana claridad. Habrá que dejar los puros para cuando escampe.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Llueve en Sevilla

El otoño, según el calendario, dio comienzo hace tres días, pero hasta hoy la estación no presentó sus credenciales con una lluvia generosa que limpia los restos de un verano al que vencen enormes nubes grises. La bendita agua baña una tierra sedienta y saca brillo a las hojas polvorientas de los árboles, cuyas ramas parecen inquietas de emoción por el insólito bautismo, meciéndose al compás del viento. El sol desaparece tras el cielo encapotado, dejando una luz tenue que invita al recogimiento y la reflexión en el refugio de la intimidad. Los charcos invaden las aceras y anegan las calles para que los automóviles se salpiquen en su deambular rodado. Junto a paraguas e impermeables, la gente rescata las mangas largas y las rebecas con las que guarecerse en cafeterías humeantes de bebidas calientes y colmadas de conversaciones. Por fin el otoño asoma su rostro este año para disfrute de quienes aguardamos impacientes su llegada. Hoy llueve en Sevilla.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Recesión, secesión, represión

Tres días distraído de la actualidad y ésta acumula tal cantidad de sucesos que más bien parece que ha transcurrido medio año, al menos. Intentaremos hacer un resumen sucinto de unos hechos que cabría describirlos mediante un verbo que caracterizaría a cada uno de ellos.

Recesión es aún la tónica de la economía española a pesar de llevar diez meses en el poder el partido que aseguraba saber enfrentarse a la crisis. Las medidas que ha adoptado en este tiempo han consistido fundamentalmente en hacer recaer los recortes del gasto en las clases trabajadoras, a las que también ha suprimido derechos laborales y sociales a través del mayor abuso del decreto-ley jamás cometido en democracia. El empobrecimiento de la población y el retroceso en libertades es el resultado de una política gubernamental que se ha mostrado inútil frente a la parálisis de la actividad económica hasta la fecha. Y Rajoy sigue dudando si solicitar el segundo rescate como demanda Bruselas para aliviar el castigo a que nos somete el mercado. Mientras, se va a Naciones Unidas para tener que desdecirse de sus reproches sobre la Alianza de Civilizaciones que impulsó Zapatero y reclamar la enésima apertura de un diálogo con Londres sobre el contencioso de Gibraltar.

Dimisión sorprendente, por inesperada, de la lideresa madrileña, Esperanza Aguirre, entre pucheritos y lágrimas, convocando con urgencia a los medios para comunicar que abandonaba la presidencia de la Comunidad de Madrid y dejando un mar de especulaciones sobre las causas de tan insospechada decisión. Crítica con su propio partido desde posiciones aún más conservadoras -como no estar de acuerdo con la excarcelación del etarra Bolinaga-, y cierta indisciplina con políticas de su propio partido en el Gobierno -como prometer “alterar” leyes con tal de que se construya el macrocomplejo de juego en Alcorcón-, la auparon a liderar el desencanto de un sector de los populares y las simpatías de unos medios afines. Asumía un liberalismo “a su manera” que el propio Vargas Llosa glosó en un artículo hagiográfico que es impropio de una personalidad culta, aunque sesgada por la ideología. Habrá que esperar a que Mariano Rajoy sea arrollado por los enanos que le crecen para determinar el alcance de este pasito atrás de la lideresa y la dirección del impulso que toma.

Rebelión de sectores sociales cada día más amplios contra un Gobierno que no para no sólo de poner las cosas más difíciles a los ciudadanos, sino de estar aprovechando la  crisis para imponer un modelo de sociedad conforme a su ideología y sus intereses. Hasta las asociaciones judiciales se sienten acosadas por lo que consideran un “ataque brutal” del Gobierno a la Judicatura, debido a una reforma de la Ley del Poder Judicial que creen vulnera la separación de poderes. Ellos se suman a los profesores, sanitarios, mineros y demás colectivos de trabajadores que ven ultrajados sus derechos por las acciones de un Gobierno que reduce el poder adquisitivo de las masas proletarias, a las que hace pagar la crisis, mientras perdona y ayuda a los bancos y amnistía a los defraudadores fiscales. Luego, si la población explota por tanto atropello y pretende hacérselo saber a los que en teoría son sus representantes en el Congreso de los Diputados, el Gobierno, como hizo con los estudiantes valencianos, vierte acusaciones contra los manifestaciones de querer “acabar con la democracia representativa” y los compara con el Golpe de Tejero, reprimiéndolos con una dureza extrema que deja 23 detenidos y 32 heridos.

Represión que se reitera, una vez más, cuando el Gobierno trata de impedir el ejercicio del derecho de manifestación de los ciudadanos, un estilo policial que está caracterizando al mandato de Mariano Rajoy en el Ejecutivo. Amparándose en una conveniente interpretación de la ley, el Ministerio del Interior aplica con rigor las medidas disuasorias y represoras de las fuerzas de orden público contra expresiones pacíficas, aunque multitudinarias, de colectivos que muestran su hartazgo y malestar con la acción del Gobierno. Es preocupante esta política gubernamental y la desafiante actitud de los Delegados del Gobierno cuando justifican lo que es injustificable: tratar como delincuentes a los ciudadanos que están disconformes con un Gobierno que no solo no cumple con las promesas, sino que castiga a los que osan protestar.

Y secesión como penúltimo exponente de lo que es capaz de generar este Gobierno errático y arbitrario. Cataluña emprende el camino a la autodeterminación y abandona la vía autonomista tras el portazo del Gobierno a la petición de un pacto fiscal que diera satisfacción a las necesidades de financiación de aquella comunidad. Se trata de un envite mucho más sutil y peligroso que el presentado en su día por el exlehendakari vasco, Ibarretxe, ya que enfila la salida secesionista por cauces pacíficos, previa elecciones anticipadas y posible consulta soberanista, que no provocan el rechazo de la población, como la vía violenta de ETA y de la izquierda aberchale.

Y todo esto, entre otros asuntos no menos enjundiosos –como la petición de rescate que hará Andalucía por 4.900 millones de euros, el anuncio de Obama de que impedirá a Irán dotarse de armas nucleares o el descubrimiento de un manuscrito que hace referencia al matrimonio de Jesús- en sólo tres días de ausencia. Ante la frenética dinámica de los acontecimientos, prometo no despistarme más

sábado, 22 de septiembre de 2012

Crítica al fanatismo religioso


Si se puede debatir sobre los conocimientos científicos y hasta de las leyes naturales y jurídicas que nos gobiernan, ¿cómo no criticar a las religiones, basadas en creencias indemostrables? Es un completo disparate situar las religiones al amparo de la crítica e incluso del humor –siempre con respeto y carente de insultos-, como si fuesen asuntos intocables. Nada hay más arraigado en el ser humano que el amor, sentimiento que aflora en cuanto encuentra oportunidad, pero que, sin embargo, sirve para provocar la risa a causa de las tonterías a que induce o al llanto cuando precipita una tragedia. Nadie se ofende con novelas, teatro, música, televisión o cine, en los que la crítica y el humor advierten de los excesos de un sentimiento no controlado por la razón.

Si el amor a personas físicas es cuestionable, ¿cómo impedir la crítica al amor supersticioso a lo sobrenatural? La actitud crítica debiera prevalecer sobre creencias religiosas que impulsan conductas intransigentes, como si estuvieran poseídas de una verdad absoluta. No es mofa poner en evidencia la parafernalia y el integrismo intolerante en los que las religiones suelen incurrir al encerrarse en si mismas para rechazar lo que en realidad son: construcciones simbólicas que buscan explicar lo que desconsuela al hombre cuando se enfrenta a la dimensión trascendental y lo inevitable de la muerte. Será algo muy respetuoso y personal, pero perfectamente criticable como cualquier actividad o iniciativa humana, máxime si es capaz de promover inquisiciones, prohibiciones, guerras y odios enconados.

De ahí que, ante la desorbitada reacción que están produciendo en el mundo islámico las caricaturas de Mahoma, publicadas en el semanario satírico francés Charlie Hebdo, y el trailer de la irrelevante película norteamericana La inocencia de los musulmanes, adelantado por Internet, este blog se posiciona junto a los que defienden la libertad de expresión y un espacio público laico. Lienzo de Babel considera que ninguna religión debería imponer su moral al conjunto de la sociedad ni influenciar en las políticas que arbitran las normas de convivencia. Es la razón, y no las creencias, lo que adecua el comportamiento cívico de las personas, por lo que no deben admitirse las airadas amenazas que manifestantes presuntamente escandalizados profesan contra las críticas que se hacen de la religión, cualquier religión. Ninguna iglesia es el templo de la verdad, puesto que ésta radica sólo en la razón. Dicho sea con todo respeto y sin acritud. Pero déjense de monsergas, por favor.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Condenada a padecer

Cuando parecía que la vida encarrilaba la madurez, una grave enfermedad la golpea a los cuarenta años y le obliga a un calvario de médicos y tratamientos. Las lágrimas surgen con facilidad ante cada infortunio de mala suerte, apagando el brillo con el que sus ojos escrutaban el futuro. La quimioterapia no sólo quemaba su cuerpo, sino también el ánimo de un espíritu antes inquieto y optimista. Había perdido la larga cabellera que solía adornar con horquillas de colores y la alegría que tenía dibujada permanentemente en la sonrisa. Sus venas no aguantaban ya tantas perforaciones ni los líquidos que les inyectaban, estallando cual globos que impregnan bajo la piel las huellas oscuras del sufrimiento. Ni siquiera la donación de su propia médula supuso una esperanza exenta de calamidades, porque la hizo sangrar más de la cuenta. Parecía condenada a padecer y estaba próxima a admitir la derrota. Sólo su madre y una hija la animaban a no tirar la toalla y a confiar en la medicina. Pero al entornar los párpados temía una nueva complicación y temblaba de miedo. No podía evitarlo y volvía a llorar.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Tiempos gallegos

Otra vez, España ha de retrasar el abordaje de sus problemas debido a coyunturas partidistas que afectan al Partido Popular o a intereses del Gobierno. Si, a pesar de todas las urgencias esgrimidas, el Gobierno no tuvo reparos en posponer la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de 2012 hasta la celebración en marzo de las elecciones autonómicas andaluzas, ahora reincide el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en dilatar la solicitud del rescate a Bruselas y la asunción de las duras condiciones que conlleva (necesidad que ya nadie niega, sino que, desde Mario Draghi a Joaquín Almunia, todos recomiendan hacer cuanto antes para evitar incertidumbres que nos hipotecan aún más) al cierre de las urnas de las elecciones gallegas de octubre próximo. Todo puede demorarse si beneficia a la derecha gobernante.

Al parecer, se trata de un estilo gallego de gestionar los tiempos en función de intereses particulares o partidistas y una forma de enfrentarse a los problemas, dejándolos pudrir o que se resuelvan solos, sin necesidad de adoptar ninguna decisión comprometida. En esta ocasión, la marca “gallega” condiciona tanto al tempo que prolonga indefinidamente la crisis económica como a la coyuntura específica que afecta a aquella comunidad autónoma. Son tiempos gallegos, así en Galicia como en España, útiles como estrategia para la obtención de aplazamientos que afiancen una mayoría electoral seriamente cuestionada, por estas y otras actitudes, de un Gobierno más pendiente de su supervivencia que del país.

De nada sirve advertir que la actitud remolona también podría perjudicar las expectativas del Gobierno. De hecho, ante la inutilidad de las duras medidas que hacen recaer los sacrificios y los costes de la crisis exclusivamente en las clases medias y trabajadoras, dejando indemnes a las pudientes y a las élites poderosas de la sociedad, la ciudadanía comienza atisbar que, salvo blandir la excusa de la “herencia” recibida, los populares no saben cómo afrontar una situación que confiaban se resolviera sola, mediante su simple acceso al Poder. Las manifestaciones multitudinarias, el creciente número de colectivos que muestran su descontento y la casi totalidad de los sectores que conforman la sociedad, salvo los adinerados, los empresarios y los curas, ponen en evidencia la desafección de los ciudadanos que está generando con sus políticas el actual Gobierno conservador.

Es así como, mediante el estilo gallego de gestión, la dejadez se ha impuesto como mecanismo de actuación en la política española, a la espera de que la crisis económica y la creciente desconfianza que provoca el Gobierno se superen con el tiempo. Y si no, tiempo al tiempo.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

La extinción de las especies

La era democrática, cuya duración podría equipararse a la de la última generación de españoles, tuvo una prehistoria que abarcó desde los estertores finales de la dictadura franquista hasta el período que se ha venido llamar la Transición. Fueron años en que surgieron en el solar hispano unos animales políticos que procedían, unos, de las especies más reaccionarias del franquismo, y otros, de ramas evolucionadas por el entorno continental que ejercía influjo sobre la península. Los ejemplares más formidables de ambos linajes supieron adaptarse a un ambiente de mayor apertura y juntos colaboraron para conseguir que los vientos de libertad oxigenaran la viciada atmósfera irrespirable que había predominado previamente durante más de medio siglo. Pero como en toda evolución natural, aquellas especies están en plena extinción. Asistimos, pues, a la imparable desaparición de los políticos que forjaron el afortunado asentamiento de la democracia en España y que imprimieron, cada cual desde unas posiciones ideológicas distintas y hasta opuestas, su particular empeño para que, en adelante, la supervivencia de todas las especies no estuviera amenazada por los depredadores que tienden a la guerra civil para saciar su apetito.

Uno tras otro, antes o después, los individuos más representativos de la prehistoria democrática española dejan de existir, provocando ese vacío que genera la persona cuya trayectoria no deja indiferente a nadie, con sus aciertos o sus errores. Antes fue Manuel Fraga Iribarne, un dinosaurio político que supo escapar al ocaso de su especie y adaptarse al nuevo ambiente democrático, demostrando con su ejemplo la vía para la superación de la intolerancia reaccionaria que caracterizaba a la familia fascista de la que provenía. Y ayer era Santiago Carrillo, histórico dirigente del Partido Comunista de España, el que fallecía en su domicilio de Madrid, a los 97 años de edad. Ellos dos, uno de la derecha y otro de la izquierda, entre tantos otros, simbolizan los denodados esfuerzos que, en momentos cruciales para el futuro inimaginable del país, fueron capaces de realizar para aglutinar todas las voluntades y sensibilidades a favor de la libertad y la paz, renunciando a maximalismos que conducen sólo a las andadas fraticidas.

Si el primero hizo progresar hacia comportamientos demócratas a la derecha española, el segundo contribuyó en idéntica medida al abandono de las imposiciones revolucionarias y dogmáticas (estalinistas) del comunismo para adaptarlo al “eurocomunismo”, que defendía la democracia, la independencia partidista de Moscú  y la reconciliación nacional. Ambos, no obstante, también tuvieron sombras que dibujan la silueta de unos personajes controvertidos y de largo historial no siempre pulcro. Montejurra y Paracuellos del Jarama son manchas para unas biografías que en absoluto son intachables, pero no dejan de ser relevantes para la transformación democrática de España, demostrando que el pasado puede ser útil como referencia de lo que se ha de evitar a toda costa, incluso con la renuncia crítica a lo personal del mismo.

Estos ejemplares de la fauna política de la prehistoria, junto a los amanuenses fallecidos de la Constitución (Solé Tura, Gabriel Cisneros y Gregorio Peces Barba), forman parte de una extraordinaria especie política que está en vías de extinción y que tan necesarios resultan para afrontar encrucijadas difíciles y dramáticas como las que atravesamos en la actualidad, carentes de líderes de aquella talla y de esa visión clarividente sobre lo que es mejor para todos los españoles y para el futuro del país

sábado, 15 de septiembre de 2012

Supremacía moral

Voy a ser tremendamente claro en un asunto muy delicado que me causa perplejidad. Y la perplejidad me la provocan los que, de antemano, se supone están investidos de esa supremacía moral que les confiere la adhesión a unos valores éticos y una legalidad que otros desprecian o quebrantan. Me refiero al asunto de la excarcelación del preso etarra Bolinaga, “por razones humanitarias”, y al  rechazo o resistencia que despierta en un sector de la población y, en especial, a la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), cuya presidenta, Ángeles Pedraza, duda de la humanidad de esa medida judicial y del nulo respeto que representa para las víctimas, hasta el punto de preguntarse: “¿Qué le hemos hecho las víctimas a España para merecernos esto?”

Creo que el “esto” al que se refiere la dolorida presidenta de la asociación es el Estado de Derecho y un sistema judicial que, además de garantista, es manifiestamente antirevanchista y persigue la rehabilitación del condenado. Todo ello inscrito en unos valores basados en el humanismo y, para los creyentes, en una moral cristiana que predica el perdón y la conmiseración.

Que Josu Uribetxebarría Bolinaga es un ser indeseable que merece la condena y la cárcel por su comportamiento sádico y asesino, no lo discute nadie. Pero si existe alguna diferencia entre él y las personas de bien es precisamente el sometimiento de estas últimas a la ley y la adecuación del comportamiento al marco legal que ellas establecen, como garantía de respeto y participación de la voluntad colectiva así expresada. Lo que ETA y sus asesinos buscan con cada acto terrorista es conculcar esa voluntad colectiva en la ley para sortearla en un empeño fanático que ni la ley ni la razón arropan. Pretenden que el miedo les conceda lo que es inviable de otra manera.

Frente a los fanáticos se erige la supremacía moral de un Estado de Derecho que garantiza la libertad de todos los ciudadanos gracias a las leyes, normas con las que nos dotamos para el reconocimiento de nuestros derechos y, también, nuestros deberes, en un equilibrio que persigue la no colisión con otras libertades o el derecho de terceros. Para ello, la ley exige la plena aceptación por parte de la sociedad en su conjunto y el sometimiento a sus mecanismos procedimentales. Ambos, leyes y procedimientos, pueden siempre ser modificados conforme a lo previamente establecido para adaptarse a una realidad que evoluciona constantemente, pero desde el cumplimiento y la lealtad a su espíritu y letra.

Y la ley establece la libertad condicional para los penados que, en circunstancias excepcionales, estimen los jueces de vigilancia penitenciaria. Son casos tipificados que, con todas las exigencias legales, no obedecen a la voluntad del juez que ha de contemplarlos. Pero deben aplicarse incluso hasta en reos que no lo merecen. Ahí radica la supremacía moral del Estado de Derecho frente a regímenes totalitarios o dependientes de la arbitraria voluntad de quien elude o se burla de leyes democráticamente elaboradas. Y es también la supremacía moral de quienes acatan el imperio de la ley frente a los que reniegan de él. Pero, sobretodo, es la enorme distancia que separa los valores morales y las decisiones humanitarias de los que jamás serían capaces de albergarlos. Esa es la diferencia entre Bolinaga y nosotros: él es incapaz de arrepentirse, pero nosotros somos capaces de construir una sociedad que se apiada de reos sin piedad como él. No se lo merece, pero el Estado de Derecho, sin afán de venganza, si puede y debe permitírselo. Debe marcar la diferencia entre la selva y la civilización, por respeto a las víctimas.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Mitad de mes

Conquistamos la meseta desde la que se divisa el inicio y el final del mes, una atalaya que sobresale lo suficiente para permitir un respiro con el que reunir fuerzas para la otra mitad del trayecto, quizá el más fatigoso en los días que restan. Coincide con un fin de semana que nos predispone al aliento reconfortante del descanso que relaja de preocupaciones y problemas. Un simple suspiro anímico para continuar con la carga que a veces vuelve pesada la vida ignara de su destino y recelosa de las vicisitudes que la emboscan. Un viernes más, a mitad de mes, en el sendero de otro septiembre que nos conduce inexorable a los otoños de la existencia.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Estrategia para deslegitimar

La derecha española ha utilizado históricamente el recurso de deslegitimar aquellos datos que le son adversos o no le sirven para criticar al oponente. Javier Arenas fue un artífice en poner bajo sospecha los resultados de las elecciones generales de 1996 que le negaron el acceso a la presidencia de la Junta de Andalucía. Insinuó la posibilidad de un “pucherazo” electoral aunque, ante la gravedad de tales acusaciones en un país plenamente democrático, rectificó y no volvió a cuestionar la derrota sufrida en las urnas. Tal vez por eso, el niño Arenas, con tendencia a la marrullería, jamás consiguió la confianza de los ciudadanos para satisfacer sus ambiciones políticas en la región, a pesar de intentarlo en cuatro ocasiones. Pero su estilo hizo fortuna en la formación en la que milita.

El Partido Popular no tuvo reparos en utilizar la lucha antiterrorista y a las víctimas, llegando a reirse en una comisión de investigación parlamentaria de la comparecencia de Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, como arma política para desgastar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, deslegitimando sus negociaciones con la banda terrorista para conseguir el fin de la lucha armada, a pesar de ser el único presidente que solicitó autorización expresa al Congreso de los Diputados para una iniciativa que habían intentado todos los presidentes anteriores, incluido el instigador del fundamentalismo popular, José María Aznar, quien llegó a denominar de “Movimiento de Liberación Nacional Vasco” a la banda terrorista en el año 1998.

Ahora, otra vez, vuelve el Partido Popular a hacer un uso torticero de las instituciones y de los datos para deslegitimar las cuentas de la Administración andaluza, al poner en solfa el porcentaje de endeudamiento de la Junta de Andalucía, no fiarse de las certificaciones de la Cámara de Cuentas y aceptar a regañadientes los balances que se presentan al Ministerio de Hacienda para la autorización de la cuantía del gasto presupuestario de la Comunidad. Contrariando los deseos absolutistas de los conservadores, que buscaban hacerse con el gobierno en todas las regiones además del central, Andalucía representa, con su coalición gubernamental de izquierdas, una alternativa visible que contrastaría las políticas económicas y sociales que impulsa el Partido de Mariano Rajoy, de marcado sello neoliberal, tendentes al desmantelamiento del Estado de bienestar y el empobrecimiento de la población como respuesta a la crisis financiera que nos aqueja.

Con indisumulada parcialidad, el Gobierno de la Nación otorga a Andalucía peor trato que a las Comunidades con cuentas más deterioradas y mucho más endeudadas, como Valencia, Castilla la Mancha o Murcia, gobernadas por el propio Partido Popular. Sin embargo, las sospechas se dirigen cotidianamente a la contabilidad andaluza siguiendo un “argumentario” al que se adhieren todas las instancias bajo disciplina partidaria. Un día es la secretaria general y presidenta de la Comunidad castellana, Dolores de Cospedal, quien no reconoce la situación económica de Andalucía, el otro es el alcalde de Sevilla, el popular Juan Ignacio Zoido, el que lanza sus sospechas sobre la existencia de facturas escondidas en los cajones de la Junta, para finalmente ser el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el que propone rebajar la capacidad de endeudamiento de la Administración regional y abocarla al estrangulamiento económico basándose en las sospechas propaladas previamente por su propio partido, con clara intencionalidad política. Y si para ello hay que deslegitimar instituciones como la propia Junta de Andalucía, la Cámara de Cuentas y cuántos organismos no concuerden con esa estrategia, se desprestigian sin pudor, despreciando incluso toda lealtad institucional, como ya hizo Arenas en aquellas remotas elecciones. Se trata de una estrategia que a veces se puede volver en contra, como le sucede ahora al Partido Popular con la política penitenciaria en relación con la excarcelación por razones humanitarias del preso etarra Bolinaga, enfermo en fase terminal, y que divide a los populares por aplicar leyes que antes cuestionaban. ¿Cómo hubieran utilizando esta cuestión si estuvieran en la oposición? No lo quiero ni imaginar...

martes, 11 de septiembre de 2012

De Telesur a Canal Sur

No voy a unirme al coro de los que desearían que desaparecieran las televisiones autonómicas por su nula rentabilidad -económica, of course-, pero ante la decisión del director de Canal Sur, Pablo Carrasco, de  cerrar el segundo canal de la televisión de Andalucía a causa de la crisis, algo habrá qué decir. En especial, sobre dos cosas: la viabilidad de estos medios audiovisuales que proliferaron a finales de los 80 del siglo pasado y su función social.

Habría que empezar recordando los tiempos en que la mejor televisión de España era Televisión Española (TVE), la única existente y que servía de mero instrumento manipulador del Gobierno, que nombraba (designaba) a su director entre leales al régimen franquista, camisa azul incluida. Precisamente, un exdirectivo con tales requisitos supo evolucionar hacia la democracia para terminar siendo el artífice que desatara lo que se pretendió dejar atado y bien atado y convertirse en el político mejor valorado de la Transición, Adolfo Suárez. Aquella televisión monolítica mantenía unos centros territoriales repartidos por las regiones que emitían, aparte del parte de noticias  acríticas para con el señor del Pardo, bailes regionales y comentarios futbolísticos de los equipos locales que, previa desconexión de la señal nacional, procuraban demostrar un simulacro de cercanía con los provincianos, que éramos el resto de españoles no residentes en Madriz, así pronunciado, con zeta, como correspondía al español “culto” de Castilla. Jamás se escuchó ningún acento regional de las distintas hablas del español, menos aun las otras lenguas nacionales, en ninguna de las delegaciones de TVE.

Telesur, el centro de TVE en Andalucía, estaba ubicado en un chalecito en La Palmera, la avenida aristocrática de Sevilla, no en Los Remedios, el barrio burgués con aspiraciones. Allí, con todas las limitaciones imaginables para el ejercicio de la profesión, se curtieron grandes periodistas que sortearon con dignidad los duros tiempos de la censura y la vigilancia política, elaborando con honestidad lo poco que dejaba hacer un órgano de propaganda oficial. Los ascendientes ideológicos de los que hoy deploran tanto “gasto” jamás cuestionaron la rentabilidad de aquella televisión, ni exigieron la autosuficiencia de los centros periféricos. Aceptaban lo que era. Era la voz de su amo.

Al poco de asentarse la democracia en nuestro país, las comunidades históricas corrieron a establecer sus propias televisiones autonómicas para contrarrestar más de medio siglo de homogeneización centralista y la anulación del sentimiento “nacionalista” del País Vasco, Cataluña y, en menor medida, Galicia. Corrieron tanto que, cuando Andalucía decidió crear su propia televisión, Cataluña ya tenía un segundo canal autonómico. Canal Sur comenzó a emitir un 28 de febrero de 1989, con seis horas diarias de programación y 29 directivos en el organigrama de la RTVA. Tampoco en esa ocasión hubo reparos económicos para que Andalucía se dotase de una televisión pública, como demandaba su Estatuto de Autonomía. Julio Iglesias, el cantante más internacional de la moderna España cañí, cobró la fruslería de 42 millones de las pesetas de la época por ser el artista estelar del programa inaugural. Nadie se acuerda de él, pero es difícil olvidar a Salvador Domínguez, el primer director de Canal Sur, cuyo infausto recuerdo queda vinculado inexorablemente al dispendio del dinero puesto en sus manos para hacer realidad la iniciativa audiovisual pública andaluza y las contrataciones caprichosas que realizó por mera afinidad personal, siendo finalmente destituido. La cosa empezaba mal.

Hoy, 25 años después, debe cerrarse la segunda señal de Canal Sur, básicamente, por falta de recursos en tiempos de recortes, pero también por falta de cuota de pantalla. Como en todos los modelos públicos de televisión de España, nunca se esperó que el invento andaluz tuviera rentabilidad comercial, pues la parte sustancial de la tarta publicitaria se la quedan las televisiones privadas, que tienden al duopolio. A semejanza de TVE y Telesur, Canal Sur (y todas las televisiones autonómicas), fue creada a mayor gloria del Gobierno correspondiente, aquí siempre del PSOE, y el control “democrático” de la información en cada Comunidad autónoma. Para ello, debía mostrarse como una televisión cercana a su público, resaltando una supuesta identidad andaluza y la promoción de sus valores. Así nacieron programas dedicados a la copla, la retransmisión de cuántas romerías y ferias existen en la región y los espacios para  ancianos solitarios que buscan pareja o de niños que imitan a los adultos contando chistes zafios.

Canal Sur 2, en cambio, conformaba su parrilla con programas de predominio cultural, sensiblemente más baratos y menos “espectaculares”, cumpliendo la cuota de servicio público que se exige a un ente de estas características. La programación más relevante de la televisión andaluza podía encontrarse en espacios como Espacio protegido, El público lee, El club de las ideas, Andaluces por el mundo, etc. Pero los ajustes a que obliga la actual crisis sistémica llevan las tijeras necesariamente a un organismo que tiene una plantilla de más de 1.600 trabajadores y un presupuesto por encima de los 200 millones de euros, de los que cerca del 80 por ciento los aporta la Junta de Andalucía. Y puestos a cortar, se corta unificando los dos canales en uno solo, por “no poder costear la difusión de dos señales diferentes”, según su director, y para conseguir un ahorro de unos 20 millones de euros.

Posiblemente, la envergadura del invento se ha ido sobredimensionando para los objetivos perseguidos, que no eran los de imitar la labor narcótica de la goebbeliana televisión franquista, sino contrarrestar su influjo mediante televisiones públicas que sirvieran de reflejo a la pluralidad de la sociedad española, además de permitir la vertebración social y territorial en cada uno de sus ámbitos. Para Canal Sur Televisión, ello consistía en la difusión de mensajes para la cohesión identitaria, la integración territorial y el discurso político y social que aglutine y diferencie a los andaluces con respecto a otras sensibilidades nacionales. Pero se ha metido la tijera de forma inapropiada. Se ha suprimido el instrumento más genuino y coherente para conseguirlo, eliminando el único canal que huía de programaciones generalistas y del espectáculo. La poda de la frondosa RTVA se ha comenzado por las ramas más nobles y necesarias del árbol televisivo. Esperemos que la pérdida de savia no acarree un daño que haga peligrar la supervivencia de Canal Sur en su conjunto. Acabaríamos peor de lo que empezamos.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Manos de donante


Quería aparentar estar relajada pero las manos no se lo permitían. No dejaban de buscar algún objeto al que aferrarse y frotaban el aire de entre los dedos incesantemente. Luego se ocultaron bajo las sábanas sin dejar de moverse. Era una chica joven que estaba decidida a hacer lo que iba a hacer aunque tuviera miedo. El anestesista le aplicó con delicadeza la mascarilla mientras le susurraba al oído palabras de aliento para tranquilizarla. Se durmió enseguida y le introdujeron un tubo en la tráquea para insuflarle aire a los pulmones. Le protegieron los párpados con esparadrapo y la acostaron boca abajo en la camilla. Le extrajeron innumerables inyecciones de sangre de los huesos de la cadera hasta que estimaron que la cantidad era suficiente. Por la tarde, en la habitación, seguía con las manos inquietas y un ligero resquemor en el culo, pero estaba contenta. Había donado la médula ósea que necesitaba su hermano. Y la alegría se notaba en sus manos.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Efectos colaterales

Los recortes económicos, la supresión de derechos, el empobrecimiento de quienes aún conservan un puesto de trabajo y la miserización de la mayor parte de la población no son las únicas secuelas de unas medidas que, lejos de erradicar la crisis económica que nos aqueja, parecen más bien  alimentarla, al propiciar la profundización de una recesión que la robustece.

La reducción del poder adquisitivo de los trabajadores, sumidos en el dilema entre un salario basura o la calle, cuando no directamente el despido masivo de obreros, el retorno de las condiciones laborales de semiesclavitud, la anulación de las garantías que protegían a la fuerza del trabajo, con la derogación de convenios y derechos conquistados tras años de lucha sindical, el copago en la sanidad, la culpabilización de los inmigrantes de nuestras dificultades y su desatención médica, la subida de impuestos, tasas, precios y gravámenes de todo tipo de forma indiscriminada, la eliminación de derechos sociales y espacios de libertad, la instrumentalización de la educación, la banalización de la cultura, el deterioro de los servicios públicos, el sectarismo en la confrontación política y, en definitiva, la imposición de valores mercantilistas como medida de cualquier fin social o público, entre otros, no son los únicos efectos que se derivan de esta pertinaz crisis y de las “soluciones” que se adoptan para combatirla.

Son, sin duda, los más inmediatos y dolorosos, puesto que condicionan y alteran la vida personal, familiar y social de cada ciudadano afectado. De disfrutar de un horizonte de estabilidad, que posibilitaba organizar la vida hacia el futuro, a sentir desasosiego por el desconocimiento de lo que deparará cada amanecer, acontece un cambio radical de difícil asimilación, a veces traumático, que no todos saben afrontar. Todo ello es percibido más como una agresión hostil que como una oportunidad que nos enfrenta a nuevos retos. Acostumbrados a determinadas condiciones, cualquier empeoramiento de las mismas nos parecerá negativo, aunque conlleven la corrección de desviaciones, abusos y errores que las viciaban. Y, aunque es cierto que los perjudicados son legión frente a los beneficiados de la actual crisis, los cuales son merecedores de toda comprensión y ayuda que se les pueda dispensar, también emergen  efectos “colaterales” que remueven hábitos y actitudes que participaron en no poca medida en la generación de los problemas que nos afligen e, incluso, en profundizar una crisis cíclica y previsible. 

Todas las estrecheces a las que nos enfrentamos deberían obligarnos, en primer lugar, a aceptar la nueva realidad que doblega nuestros deseos y contraviene la voluntad. Nos lleva a transitar de una época de abundancia a otra de escasez y austeridad, en la que aparece un escenario de nuevas normas con las que hemos de reorientar nuestra posición y el rumbo de nuestra existencia. Desvanecidos los tiempos dorados del consumo desenfrenado y el dinero fácil, suceden otros de precariedad y esfuerzo. Para empezar, la preparación y el mérito retornan como atributos del éxito, aunque no lo garanticen, lo que ha devuelto a los estudios a jóvenes de entre 18 y 24 años que antes hubieran preferido disponer de un salario como trabajadores poco cualificados. Han sido estos últimos, precisamente, las primeras víctimas propiciatorias de una crisis que los destina a las listas del paro.

Asimismo, percibimos con más claridad el falso paraíso de un mundo plagado de mercancías que no satisfacen ninguna necesidad, salvo la del consumo por el consumo. Valoramos ahora la cultura como emancipación, que nos descubre la autenticidad de nuestra naturaleza, y no como instrumento de alienación mediante el espectáculo, que cultiva la moral de rebaño. Escapamos, forzados por las circunstancias, de aquello que Marcuse señalaba como el mayor mal de la sociedad occidental: pertenecer a una sociedad hipócrita y conformista, esclava del consumismo y víctima de la representación.

Exigimos, al fin, el pragmatismo y la eficiencia en una gestión pública que prestaba atención preferente a la servidumbre política frente a las necesidades acuciantes de los ciudadanos. Se trata del efecto colateral que, por causa de la falta de recursos, obliga a transformar estructuras organizativas para que respondan a la función para la que fueron creadas y no a cubrir cuotas partidistas, como la reciente propuesta de reducción de adjuntos del Defensor del Pueblo andaluz, cuyo número respondía exclusivamente al de partidos representados en la Cámara de la Comunidad y no a criterios funcionales. O el efecto que hoy nos lleva a reprobar el derroche aberrante de construir aeropuertos sin utilidad, líneas de alta velocidad para trayectos sin demanda y toda clase de inversiones en cualquier municipio por el empeño personal de políticos carcomidos por la egolatría o la corrupción, metástasis incubadas en una sociedad rendida al consumo como aliciente para huir del tedio y la mediocridad.

La crisis golpea duramente a los más débiles e indefensos y deja indemne a una élite social que ha propiciado cuanto ha podido, con un comportamiento criminal de especulación y engaño, la creación y envergadura de ésta. Son los mismos que ahora recetan y aplican medidas que presuntamente nos permitirá librarnos de ella, cuando en realidad sólo sirven para afianzar aún más el poder y la capacidad de dominio que atesoran. No les importa precipitarnos al empobrecimiento y despojarnos de derechos, pero no pueden impedir que recuperemos, gracias a esos efectos colaterales, la potestad crítica para descubrir la farsa, una vez abramos los ojos sin el deslumbramiento del espectáculo. Son efectos colaterales de una crisis en la que no todo iba a ser negro.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Primera alarma: el paro


Si el domingo pasado presagiábamos un otoño caliente, con todas las alarmas en rojo, hoy miércoles se confirma las más grave y dañina de todas ellas, por el impacto social y el número de personas a las que afecta: la alarma del desempleo. No había que ser un iluminado experto en economía para discernir que las medidas de austeridad a cualquier precio emprendidas por el Gobierno español, junto a los recortes en derechos recogidos en esa reforma laboral que hace recaer los ajustes en la fuerza del trabajo, preservando al capital, acabarían por disparar el aumento del paro.

Si ninguna de esas medidas suponía un estímulo real a la creación de empleo, más bien al ahorro de sus costes, las empresas, lejos de contratar, han aprovechado para reducir plantillas y abaratar salarios, sin respetar convenios ni derechos adquiridos. Buscan así, en virtud de unas leyes que reducen cuando no derriban considerablemente la protección laboral de los trabajadores, aminorar los costes del trabajo e incrementar el margen de beneficios, surtiendo el efecto contrario al anunciado: aumentar el número de desempleados. Era la consecuencia que cualquiera, salvo los adalides de la política gubernamental, podía prever como inevitable de una reforma que dejaba a los trabajadores desamparados frente al poder entregado a los empresarios para modificar todas las condiciones laborales. Era de cajón.

Ya es conocido que el número de afiliados a la Seguridad Social -el indicador más exacto para determinar el tamaño de la población activa que realmente trabaja y cotiza-, ha caído en agosto al nivel más bajo de los últimos ocho años. Y que, al mismo tiempo, el número de parados ha vuelto a la senda ominosa del aumento, tras el paréntesis de las contrataciones temporales del verano, de las que sólo el 6 por ciento eran contratos indefinidos. Ambas desviaciones provocan un incremento del gasto (en prestaciones por desempleo) y una disminución de los ingresos (por descenso de cotizantes) de tal magnitud que ha obligado al Gobierno a usar por primera vez las reservas de la Seguridad Social para pagar las pensiones. A día de hoy, por cada pensionista hay 2,05 trabajadores cotizando: el nivel más bajo desde 1999, y con una pirámide poblacional inversa, que proyecta un aumento considerable del número de personas con derecho a jubilación. Una situación que hará cada vez más insostenible el sistema público de pensiones por la disminución del número de trabajadores cotizantes.

Sin embargo, las iniciativas que se adoptan inciden en la precariedad laboral, como los datos ponen al descubierto. Por cuestiones ideológicas en un Gobierno de derechas, que no oculta aprovechar la crisis para cercenar libertades e imponer su “moral” sobre la pluralidad social (retroceso en la ley del aborto, eliminación de la ley de Dependencia, desfiguración de la asignatura para la ciudadanía, etc.), se rechazan políticas que mitiguen, en pleno ciclo contractivo de la economía, los efectos sobre la producción, el empleo y los salarios. Sin contrapartidas basadas en una apuesta decidida por el crecimiento mediante inversiones públicas que contrarresten la atonía de la iniciativa privada, la caída del consumo seguirá profundizando una recesión que paraliza la actividad económica. Un desempleo en progresión creciente y la mengua del poder adquisitivo de los “afortunados” que aún disponen de trabajo, difícilmente podrán reactivar un mercado que se sustenta en el consumo de bienes y servicios. Es decir, sin una política keynesiana que estimule el crecimiento, la recesión se mantendrá como una losa sobre España, mientras los dirigentes económicos nacionales confían en una bonanza en los países del entorno que arrastre también nuestra recuperación.

Maniatados a un neoliberalismo fundamentalista que conlleva el empobrecimiento impensable de la población -hasta el extremo de que, según Cáritas, el escenario de la pobreza en España es “más extensa, más intensa y más crónica que nunca”-, los conductores de la política económica se abandonan conformistas a una troika comunitaria que se apresta a proponer nuevas condiciones de “austeridad” para la concesión de un rescate total de nuestra economía, tantas veces negado, pero que ya nadie descarta. Con ellas la alarma del paro no dejará de sonar en largo tiempo. ¡Ojalá estemos equivoquemos!

domingo, 2 de septiembre de 2012

Las alarmas del nuevo curso


Se inicia un nuevo ciclo político con todas las alarmas en rojo. El Gobierno conservador, salido de las últimas elecciones con la promesa de saber resolver los problemas que aquejan a nuestro país, lleva meses presumiendo de haber adoptado más reformas que ningún otro y, sin embargo, los resultados no acaban de acompañar semejante empeño reformista.

Antes al contrario, la prima de riesgo -ese índice que revela nuestra solvencia- no abandona los 500 puntos porcentuales, manteniéndonos en la peligrosa zona de los países que deben ser rescatados por no poder pagar su deuda. De hecho, Mariano Rajoy ha tenido que solicitar un “préstamo” parcial de rescate, de hasta 100.000 millones de euros, para tapar el “agujero” de las entidades financieras, fuertemente endeudadas con las inversiones fallidas en el “ladrillo”. El estallido de la famosa “burbuja” inmobiliaria, que permitió construir en España más viviendas que en el conjunto de los países del entorno europeo, atrapó a los bancos con hipotecas concedidas al tun-tun que resultan morosas. Ni siquiera devolviendo una casa sobrevalorada, que tampoco se puede vender en aquellos precios desmesurados, los bancos pueden sanear sus balances, siendo verdugos y víctimas, simultáneamente, de un frenesí crediticio que lastra el pasivo de estas entidades hasta el extremo de hacerlas inviables. Un buen ejemplo de ello es Bankia, el “holding” de Caja Madrid dirigido por quien fuera el artífice de las políticas económicas neoliberales de la era de Aznar, Rodrigo Rato, hasta que fue forzado a dimitir. Tras recibir en mayo pasado 4.460 millones de euros en ayudas del Estado, el Gobierno anuncia una nueva remesa de “rescate” por 4.500 millones adicionales que tampoco serán suficientes para resolver definitivamente sus necesidades financieras, pues, según estimaciones de su actual presidente, José Ignacio Goirigolzarri, serían precisos más de 23.000 millones de euros.

La envergadura del problema financiero motivó al Gobierno de Mariano Rajoy a  emprender una enésima reforma del sector, con la creación del “banco malo” –una sociedad gestora que asumirá los activos dañados de la banca- y la dotación de enormes poderes al FROB y al Banco de España para diseñar y asignar los mecanismos de actuación en aquellas entidades que precisen de socorro público. Pero esta reforma incentiva, además, una mayor concentración bancaria, al permitir que se puedan realizar adquisiciones parciales del negocio de un grupo con problemas, lo que propiciará un mercado controlado por sólo dos o tres entidades (Santander, BBVA y Caixabank) que acabarán imponiendo sus criterios, sin competencia alguna.

Ese mercado financiero, mimado por el Gobierno, cierra ahora también el crédito a las comunidades autónomas, sin valorar las distintas situaciones en que se encuentra cada una de ellas. Obligadas a reducir fuertemente el déficit (en mayor porcentaje incluso que el Gobierno central) y sin posibilidad de recurrir al mercado secundario para la emisión de deuda pública –los bonos patrióticos y demás instrumentos de financiación-, los gobiernos regionales se ven forzados a acogerse al Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), de cuyas condiciones se recela por la pérdida de soberanía política y financiera que puede suponer. Una rigidez presupuestaria que el propio Gobierno no se aplica con igual severidad, Así, el déficit de la Administración central del Estado, hasta finales de julio, ha alcanzado los 48.571 millones de euros, superior en más de un punto a la meta fijada del 4,5 por ciento en relación con el producto interior bruto (PIB), un porcentaje ampliado por la Comisión Europea, flexibilidad que el Gobierno no traslada hacia las comunidades autónomas.  El ministro del ramo, Cristóbal Montoro, confía que “la reactivación de los ingresos en el segundo semestre del año” permita reducir dicho déficit. La subida del IVA, que entró en vigor este mes de septiembre, va encaminada a aumentar esos ingresos del Estado, aunque también puede derivar, según algunos expertos, en una contracción aun mayor del consumo, lo que repercutiría negativamente en los objetivos de recaudación previstos.

Si a ello añadimos el final de la contratación laboral del período vacacional, que abocará a miles de trabajadores temporales al paro y a solicitar las prestaciones por desempleo, es posible que el efecto en las arcas públicas sea de mayor gasto y menos ingresos. Un paro que empujará al alza la tasa del 25,1 por ciento que registra España, la mayor de la Unión Europea, con más de 5.786.000 personas sin empleo, a las que les aguarda un futuro de “recortes” en las prestaciones, el endurecimiento de las ayudas y la eliminación de algunas subvenciones que, otra reforma, esta vez laboral, introdujo el gobierno de Mariano Rajoy, convencido de que el Estado de Bienestar no puede socorrer a los parados por representar un “gasto” insostenible.

Como tampoco puede costear la sanidad de miles de inmigrantes “sin papeles” que, también desde septiembre, se quedarán sin derecho a disponer de una tarjeta sanitaria que les garantice la atención médica. En un auténtico “apartheid” sanitario, el Ministerio ha retirado la tarjeta a más de 910.000 personas que, entre extranjeros e inmigrantes, podían disfrutar de una sanidad universal y gratuita, financiada con los impuestos –directos e indirectos- que todos pagamos. También se deja sin financiación pública un total de 417 medicamentos que ahora habrán de ser abonados en su integridad por los usuarios. A todos se les garantiza una atención de urgencia, pero se discrimina en el tratamiento de afecciones que, si bien pueden no ser mortales, si deterioran la salud cuando no son corregidas a tiempo o se deja que se vuelvan crónicas. Se trata de otra reforma de la que no se cuantifica el ahorro económico que conlleva, a pesar de la discriminación que establece entre los usuarios de la sanidad.

Todas estas reformas, empero, no logran transmitir confianza a quienes atesoran las grandes fortunas de la economía española. Según estimaciones del Banco de España, los capitales “fugados” de nuestro país en los últimos 12 meses son 219.817 millones de euros, un 22 por ciento del PIB, entre la salida de depósitos de particulares y empresas. Nada mide más el patriotismo y la confianza en nuestros políticos que esa huida hacia el exterior del dinero de los ricos, acostumbrados a no fiarse de nada ni en las promesas de nadie. Saben bien que, si las reformas a los que se somete a los menos pudientes no dan resultado, ellos podrían ser el próximo objetivo de otras nuevas.

Porque, a pesar de la tributación fiscal progresiva que en teoría soportamos, existen bolsas millonarias opacas que escapan a Hacienda, no de manera ilícita necesariamente, pero sí con la magnanimidad de unas leyes que las protegen y las eximen de tributar según su cuantía. También hay sectores privilegiados que no sufren de manera equitativa las “estrecheces” a que se somete el resto de la población. Y, para muestra, un botón: todo el gasto farmacéutico anual por habitante en España, antes de las reformas, era de 259 euros, mientras que el gasto militar anual es de 368 euros. Sin embargo, el recorte en el Ministerio de Defensa este año ha sido del 9 por ciento, mientras que el de Educación y Cultura es  del 21%, Ayudas a la Investigación, del 25 %, y Ayuda al Desarrollo, del 65 %. Por lo que se ve, es insostenible la sanidad de los españoles, pero perfectamente asumible el gasto militar. De igual modo, el gasto de 400 euros de los parados de larga duración es insoportable, pero dejar escapar más de 200.000 millones de euros libres del fisco (casi la misma cantidad que se tendrá que pedir de rescate a Bruselas) nos lo podemos permitir.

Si este curso político confirma una nueva ronda de recortes, despido de funcionarios, rebajas más drásticas en las pensiones, el mantenimiento de la recesión económica, subida de impuestos, la solicitud de un rescate total de España y la consiguiente miserización más lacerante de la población, a pesar de todas las reformas que ha emprendido un Rajoy maniatado por las directrices europeas, todo ello será algo que pronto empezaremos a descubrir tras las elecciones gallegas. Tanto Galicia como el País Vasco y Cataluña (que posiblemente adelantará sus elecciones a la primavera), depararán el grado de quebranto o solidez de la apuesta reformista del Partido Popular, circunscrita a los sectores más indefensos de la población: los trabajadores y las clases medias. Todas las alarmas están encendidas y vaticinan un otoño caliente.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Septiembre


Recibo septiembre con la esperanza del poeta:

Un hibisco blanco de breve sonrisa/
con saludo de mañana y frescas gotas.

Una rosa que ansía lucir su lozanía/
sin la espada de fuego del arcángel Miguel.

Un principio de dudas que abrasa y refresca,
que prolonga agostos y acorta riberas.

Un placer en “Las muy ricas horas del duque de Berry”
entre azules y verdes de las manos de Limboug.

Un zafiro maravilla en la solapa
de jóvenes que cantan con la luna.

Un fecha de esperanza en el camino
que me lleva sin pedirlo hacia la nada.

Alejandro García Acebes
Septiembre, Almanaque 2012 de Cuadernos de Roldán.
Reproducción gráfica: Vila Real de Santo Antonio. Fábricas. Óleo sobre lienzo, 2005-08, de José Ramón Vaca.