jueves, 2 de agosto de 2012

El rapto de Europa

Rapto de Europa, Torremolinos, España
En una asombrosa similitud con la antigua mitología, Europa se halla en la actualidad seducida por el dios mercado, el cual, bajo la apariencia de una crisis, está consiguiendo que la bella princesa sucumba a sus pretensiones. Hoy  no es un toro blanco el que se gana la confianza de Europa para raptarla y confinarla en la isla de Creta, donde consuma la posesión, sino que son unas primas de riesgo las que doblegan la voluntad de un continente para que asuma las directrices neoliberales de una economía de mercado, que se impone incluso sobre modelos de convivencia democráticamente preferidos por los ciudadanos. Y si para ello hay que modificar constituciones y leyes fundamentales, sin plebiscito consultivo alguno, se acometen dichas reformas sin vacilación y con una celeridad inconcebible ante la complejidad y trascendencia de las mismas.

Es justamente lo que ha sucedido en España y en otros países europeos, donde se han impuesto gobiernos tecnócratas, reformas constitucionales y políticas de extrema austeridad y radical reducción de servicios públicos y derechos sociales que han supuesto, en la práctica, el desmantelamiento de lo que se conocía como Estado de Bienestar, aquellos sistemas  implementados tras la Segunda Guerra Mundial para la provisión de una cobertura sanitaria, educacional y de protección de los más desfavorecidos en sus necesidades básicas, sustentados por el Estado gracias a una política tributaria progresiva.

Tal organización en la redistribución de riqueza de manera solidaria, desde los que más tienen hacia los desafortunados por las desigualdades en las condiciones de partida, en forma de servicios públicos, parece recibir el rechazo frontal y definitivo de un capitalismo que se ha cansado de tolerar la existencia de sociedades socialdemócratas que limaban sus asperezas.

Zeus-mercado no admite actualmente que Europa siga divirtiéndose con la prestación de servicios públicos y rapta la voluntad europea mediante el toro de las primas de riesgo y la consiguiente dificultad en la financiación de las deudas soberanas. Hoy, Creta se ha convertido en los entes que vigilan la extensión del capitalismo más genuino con el que se somete a las economías nacionales.

Se materializa, así, el relato mitológico que la Grecia antigua -¡cruel ironía!- vaticinó para esta región del mundo bautizada Europa, el nombre de la atractiva princesa hija de los reyes de Tiro. Ni ser cuna de la democracia ni fuente cultural de las más bellas leyendas simbólicas para la comprensión del mundo le han servido al país heleno –y, con él, a todo el continente- para zafarse de los envites obsesivos de ese dios-mercado que la conduce sobre su lomo hacia los dominios del capitalismo más despiadado. Estamos asistiendo a un auténtico rapto de Europa.

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