viernes, 6 de julio de 2012

Los viernes en vacaciones

Los viernes, durante las vacaciones, dejan de ser la excepcionalidad que eran, la singularidad que hacía frontera entre la semana de trabajo y el apéndice de ocio y relax. En vacaciones, los viernes se convierten en un día igual a cualquier otro, que en nada se diferencia del anterior y posterior porque todos te ofrecen el mismo proyecto vital de apurar las horas sin ninguna programación obligatoria ni previa. No existe una separación entre actividades distintas, entre las que deseas y las que asumes por obligación. Si acaso,  los viernes en verano marcan el inevitable fin del período de ociosidad, el próximo final del aburrimiento divertido y festivo que te permite no hacer nada por estar de vacaciones, salvo la cotidianeidad de la expectación, el aguardar a los acontecimientos imprevistos que alteran la rutina del descanso, tan necesario. Por eso, hoy, no sabía ni que era viernes hasta que abrí el periódico. Un viernes sin encanto porque algo malo debían de tener las vacaciones: la uniformidad de sus días.

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