domingo, 1 de abril de 2012

No va conmigo porque soy nadie

Hubo una huelga general a la que, como en siempre, unos se adhieren y otros la consideran un sin sentido. Los trabajadores protestan porque el Gobierno los empobrece, abarata las condiciones y suprime derechos laborales por los que tanto han luchado. Es el eterno enfrentamiento entre el patrón y el empleado, entre la fuerza del capital y del trabajo, que perjudica a la parte escuálida de la relación. Sin embargo, la actitud de muchos me recordaba poemas y relatos que alguna vez me estremecieron. Los transcribo porque resumen mi valoración de unos acontecimientos (elecciones, huelgas, medidas económicas, etc.) que tanto nos afectan y determinan nuestro comportamiento:

Cuando vinieron por mi. (Friedrich Niemóller)
Cuando los nazis vinieron por los comunistas/ me quedé callado;/ yo no era comunista./ Cuando encerraron a los socialdemócratas/ permanecí en silencio;/ yo no era socialdemócrata./ Cuando llegaron por los sindicalistas/ no dije nada;/ yo no era sindicalista./ Cuando vinieron por los judíos/ no pronuncié palabra;/ yo no era judío./ Cuando vinieron por mí/ no quedaba nadie para decir algo.

Los nadies. (Eduardo Galeano)
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pié derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

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