martes, 10 de abril de 2012

Dolores de Soledad

Nunca te acostumbras a las pérdidas: hieren más por el vacío que producen que por el dolor que ocasionan, como la muerte. Emerge entonces un pellizco constante que muerde las entrañas y te hace sentir el frío metálico del puñal que te rompe por dentro. Sucumbes a una sensación de absoluta orfandad de la que es imposible escapar porque todo lo habita. La mirada se contagia de una tristeza infinita y los pasos no hallan la dirección adónde dirigirse. Alimentarse se convierte en una obligación vegetativa, y respirar, un acto insoportable, ajeno a la voluntad. Cada latido del corazón es un golpe de tambor que anuncia la derrota que alimenta a los pensamientos que se sumen en el pesimismo mas paralizante. Ninguna causa orgánica produce tanto escozor como esa herida de lo que traicionamos y nos abandona. No tiene curación posible porque anida en la intangibilidad del alma y sólo se calma cuando tú también desapareces en la soledad de la nada.

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