viernes, 3 de febrero de 2012

¡Desconfía, hermano!

Son unos versos aparecidos hace unos dos años, pero su grito de alerta se mantiene vigente. Los he leído con tardanza y no he podido evitar reproducirlos en estos momentos de penumbra que nos acongojan. Es un poema de Francisco Núñez Roldán publicado en el poemario número 69, dedicado a Umbrete, de Cuadernos de Roldán.

Desconfianza 2010

Aunque ya condenó Tirso a uno por desconfiado,
en estos tiempos que corren, desconfiar es muy sano:
desconfía de quien te informe, pretendiendo ser muy claro,
pues a quien te informa paga un poder interesado
en que sepas la mitad, pues la otra mitad es malo.

Desconfía de quien rebate los argumentos contrarios
atacando a la persona, más que a la razón que has dado,
como hacía la Inquisición con los herejes de antaño.

Desconfía de quien estuvo callado contra el tirano
y a treinta y cinco años vista se hace revolucionario,
furibundo antifascista y, sobre todo, muy laico,
aunque esté a favor de un credo bien machista y reaccionario
que se introdujo en España allá por el siglo octavo,
y todo por la razón de que es antiamericano.

Pero es bueno recordar que sin angloamericanos
estaríamos ahora desfilando puño en alto
o haciendo el paso de la oca... ¡Qué dilema más amargo!

Desconfía del poder siempre, sea sagrado o profano,
porque cualquier pensador que sea del poder heraldo,
aunque grite ¡Libertad!, será del poder esclavo,
será eco en vez de voz y en vez de libre, lacayo.

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