miércoles, 29 de junio de 2011

Rajoy, un corderito autoritario

Mariano Rajoy hizo ayer gala en el Congreso de los Diputados de su proverbial habilidad para ocultar su faz verdadera, sus intenciones y hasta las propuestas que piensa poner en práctica cuando acceda al gobierno de España. Es una habilidad un tanto atípica, no por lograr disimular completamente lo que le interesa, sino porque consigue que, aún adivinándose lo que esconde, la gente consienta su juego y apoye su táctica. La mayoría de los ciudadanos saben que Rajoy es un lobo disfrazado con piel de cordero, pero le siguen la chanza como si de verdad fuera un corderito más, inofensivo y tierno, del rebaño.

Sin embargo, a Rajoy le delatan ramalazos y gestos de prepotencia que nunca ha podido controlar ni cuando fue varias veces ministro en los gobiernos de Aznar, ni en los ocho años como líder de la oposición. Se advierte en ellos su tendencia al desprecio y al autoritarismo que ha de preocupar a los gobernados en un futuro próximo, si nada impide un pronóstico que parece asegurado.

Durante el Debate del estado de la Nación, celebrado ayer, el presidente del Partido Popular, aparte de exigir durante cuarenta minutos el adelanto de las elecciones como mensaje único de su discurso, volvió a dar muestras de un temperamento sólo sujeto a la estrategia de no asustar y de parecer benévolo y tranquilo, pero que deja escapar palabras y desplantes que denotan su auténtica condición, incluso esa suficiencia absoluta que no admite ningún valor ni mérito al contrincante. Tan faltón es en sus enfrentamientos con el presidente del Gobierno que, desde el primer año en la oposición, circunstancia no contemplada por los populares, Rajoy comenzó a exigir “rectificación” de cualquier iniciativa que partiera del Ejecutivo, aunque contara con el apoyo del resto de grupos parlamentarios. Nunca ha entendido que los demás pudieran tener algo de razón y él fuera el equivocado cuando todos encuentran lugares para el acuerdo y la colaboración. Si no se hacía lo que él proponía, negaba toda negociación. Desde esa posición, es consecuente pedir siempre rectificaciones a los demás por no seguir sus postulados de política económica, laboral, social o frente al terrorismo. Ningún gran acuerdo adoptado en el Congreso de los Diputados, mucho menos si son reformas impuestas por la grave crisis financiera que asola a Europa, ha contado con el refrendo del Partido Popular. Antes al contrario, no ha dudado en socavar la solvencia de España ante mercados atentos al comportamiento de la oposición a la hora de calibrar la viabilidad de las medidas gubernamentales.

Pero ayer Rajoy fue un poco más lejos y más despreciativo: no sólo exigió rectificaciones, sino que se le escapó en alguna de las réplicas la frase dirigida al presidente del Gobierno “pero, usted quién se ha creído que es” para denunciar iniciativas adoptadas por el Ejecutivo que difieren de las del Partido Popular. Rajoy sabe perfectamente que el Gobierno es quien dirige la política que se aplica en el país. Lo sabe pero no puede evitar escupir, como parece ser habitual en él, la ofensa sobre quien precisamente, como presidente del Gobierno, es el encargado de coordinar tal política y de administrar sus tiempos y modos.

Tal falta de consideración para con los adversarios ya era sintomática cuando, siendo vicepresidente de gobierno, en la era de Aznar, se enfrentó con la consejera de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía, Magdalena Álvarez, con motivo -tangencial para lo que se discutía- del puro que estaba fumándose, menospreciando cualquier norma, durante una reunión del Consejo de Política Fiscal celebrada en La Moncloa, a finales de los 80. No es que el humo y el olor del tabaco pudieran molestar a los presentes, cosa evitable siguiendo los dictados de la cortesía y la educación, sino que además estaba prohibido fumar. O cuando quiso infravalorar la catástrofe del Prestige afirmando que el chapapote que se escapaba del petrolero hundido formaban unos hilillos que el mar se encargaría en hacer desaparecer.

Hacer lo que te da la gana, tratar al adversario con humillación y menosprecio y querer imponer exclusivamente tus propias recetas ocultas son actitudes que evidencian un carácter autoritario que, aunque circunstancialmente encuentre el refrendo de la ciudadanía, tarde o temprano se convertirá en un obstáculo insalvable para el ejercicio de la política y la gobernanza de un país. Mariano Rajoy podrá ser un hombre de apariencia tranquila y afable, con experiencia y formación suficientes para acceder a la jefatura del Gobierno, pero si tales condiciones no son sino trajes para una función perfectamente representada, mal pronóstico le aguarda cuando los espectadores se den cuenta del engaño y comiencen a reclamar la devolución de la confianza prestada. Claro que para entonces ya pueden haber transcurrido, al menos, ocho años y se habrá podido aplicar el famoso programa oculto.

lunes, 27 de junio de 2011

Fin de ciclo

Es hora de relajarse un poco, de olvidar las obligaciones para entregarse a las devociones, de contemplar el paisaje confundiéndose con el paisanaje y dejarse guiar por los apetitos que el organismo tiene en cada momento. Es tiempo de relax y descanso de tantas imposiciones reglamentarias. Es ocasión de madrugar por gusto, leer por placer y realizar todas las actividades que apetezcan por voluptuosidades del capricho. Se ha logrado lo que justifica todo un año de trabajo y de estudios: reposar lo adquirido y dejar precipitar el tiempo vivido. Permitir que sedimente la experiencia pasada el tiempo necesario antes de iniciar un nuevo ciclo con nuevos objetivos y renovadas ilusiones. Es hora de tomar aliento y acumular fuerzas con las que encender el ánimo vital. A lo mejor es sólo tiempo de soñar y de disfrutar de las vacaciones. Son ensoñaciones de los calores del verano que julio adelanta para obnubilar este final de junio. ¡Se nos antoja tanto parar…  que ya echo de menos lo que aún no he empezado! Es hora ya de ir tras un tiempo que vuela.

Los "paganos" de la crisis

Que las crisis las pagan siempre los mismos no es sólo una frase recurrente entre los trabajadores, sino un hecho demostrable de manera objetiva y matemática. Lo que parecía una percepción meramente subjetiva de los estamentos menos cualificados de la clase obrera, aquellos que se quejan de su condición de explotados por cuenta ajena, es una realidad que es fácil de constatar acudiendo, por ejemplo, a las estadísticas salariales de los españoles. Allí queda demostrado que los mejor pagados, los directivos, aumentaron considerablemente su sueldo en estos años de crisis de manera desproporcionada en comparación con el resto de asalariados. Una diferencia que agiganta la brecha, aún más si cabe, entre ambos sectores laborales en nuestro país, y que supone un tratamiento desigual a la hora de exigir moderación y sacrificios para capear el temporal de una crisis que en teoría afecta a todos.

Según datos de estructura salarial hechos públicos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) hace unos días, la brecha salarial que separa a los mejor remunerados –ejecutivos y directivos- del resto de trabajadores ha crecido considerablemente, puesto que el salario medio de los primeros tuvo subidas, en 2009, en plena crisis, de un 4,5 % de media (63.150 euros), mientras que el del empleado medio subió un 2,9 % (22.511 euros) y el de peones y demás categorías sin cualificar apenas subió y se quedó en los 15.343 euros (sólo un 0,1 % de subida).

Esta distribución salarial oculta, no obstante, un desequilibrio aún mayor: al haber un número mayor de trabajadores en los valores bajos de la tabla salarial que en la alta, y siendo los salarios altos muy elevados, la media resultante es un salario superior al realmente percibido por la mayoría de los trabajadores.

Con esos registros de la encuesta, que vienen considerándose desde 1995, se constata que los sueldos de los directivos pasan de ser el 142 % de la media salarial al 181 % en 2009, un crecimiento que ahonda las diferencias salariales entre directivos y empleados, produciendo un "impacto asimétrico” de la crisis en el mapa laboral de España, donde, además, se agranda (poco, pero se agranda) la distancia salarial entre hombres y mujeres, siendo el de ellas un 78 % del masculino, y en el que, para colmo, los jóvenes cobran menos que los mayores, los nuevos menos que los antiguos y los temporales menos que los fijos. Es decir, la igualdad entre salario y trabajo desempeñado es todavía un objetivo a alcanzar en nuestro país, acostumbrado a escalonar los primeros en virtud de las distintas condiciones entre trabajadores, lo que se hace para abaratar lo que se denominan gastos de masa salarial, no para tratar de forma diferente situaciones que pudieran ser no equiparables.

Existe un enorme desequilibrio entre estamentos laborales, como hemos visto, pero también entre territorios: el País Vasco ofrece el sueldo más elevado en nuestro país (26.162 euros) y Canarias el más bajo (18.926 euros). Ese desequilibrio evidencia una enorme injusticia: la dependencia del lugar de nacimiento o de trabajo a la hora de obtener los rendimientos en cualquier actividad laboral, independientemente del esfuerzo humano con que se desempeñe. No es igual -a la hora de cobrar- ejercer el mismo trabajo en una empresa de Montilla, por ejemplo, que de Bilbao. Para algunos, esas son las condiciones del mercado, para otros se trata simplemente de injusticias lamentables que el Estado debería corregir. Lo que no cabe duda es que, en realidad, la crisis no golpea a todos por igual y pagarla, la pagan siempre los mismos. Y si no, un último dato: los mejores salarios los ofrecen las compañías eléctricas y la banca (50.536 y 41.863 euros, respectivamente), los peores la hostelería (13.996 euros). Así que, puestos a soñar con un futuro laboral para nuestros hijos, ya se sabe qué sector es más lucrativo, a menos que se prefiera una profesión liberal (notario, registrador de la propiedad, arquitecto, ingeniero, etc.), esas que ni computan en estas estadísticas.

jueves, 23 de junio de 2011

Anestesia fluorescente

Llevaba la mirada absorta en los tubos fluorescentes que pasaban como un tren luminoso colgado boca abajo del techo. Iba en silencio sobre una camilla dura e incómoda que de vez en cuando lo zarandeaba al chocar contra las esquinas. Entonces se percataba de la soledad de unos pasillos blancos y silenciosos que te sumían en la nada. A pesar de que estaba sedado con una inyección tranquilizante, su aparente calma ocultaba una ansiedad que pugnaba por exteriorizarse desde las tripas. Al entrar en quirófano tuvo necesidad de despedirse de todo cuanto había conocido y pensó en la familia que quedó fuera. Personas con batas verdes y mascarillas, cual seres de otro planeta, intentaron calmarlo y comenzaron a manipular su cuerpo. Mientras uno le untaba el pecho con una tintura amarillenta, otro le causaba un pequeño pinchazo en la mano para colocarle un suero. Una lámpara redonda, cual insecto que te observara a través de un ojo compuesto de celdas brillantes, pendía sobre su cabeza. Varios monitores parpadeaban por los alrededores. Enseguida, una voz enmascarada le conminó a contar hacia atrás desde cinco cuando le hiciera respirar a través de una mascarilla. Fue entonces cuando sintió pánico y rogó, con voz trémula, que lo trataran con cariño. La respuesta quedó flotando entre las brumas de una cuenta hacia atrás mientras intentaba figurarse cómo le entraría el sueño. Se despertó envuelto en dudas sobre si habría sufrido alguna pesadilla, pero al ver los tubos fluorescentes del techo de la habitación, supo que ya lo habían operado.

lunes, 20 de junio de 2011

Exceso de oxígeno

Tenía la cara desencajada y lívida como si acabara de ver un fantasma, los ojos inquietos en el fondo de unas cuencas profundas y respiraba apresuradamente con las aletas de la nariz hambrientas cual enormes bocas negras. Venía acompañada de un familiar tan nervioso como ella que requirió la trataran con urgencia. Traía las manos agarrotadas, con los dedos queriendo sujetar una presa invisible, a causa de una parálisis repentina. Incapaz de hablar en un estado de incomprensible agitación, su rostro reflejaba una angustia que se alimentaba a sí misma. Al recibirla, quiso conocer otros síntomas menos llamativos, pero no se lo permitieron.  Intentó tranquilizar aquellas personas que desconfiaban de su calma, sobre todo cuando les entregó una bolsa de plástico para que ella respirara en su interior. Pensaron que quería asfixiarla y no les faltó razón. Pretendía que retuviera carbónico para que desapareciera una tetania debida a la hiperventilación. Las garras del pánico habían comenzado a desaparecer cuando la vergüenza hizo enrojecer aquel rostro húmedo de sudor. Se alejaron con el temor de volver a sufrir otro susto.

jueves, 16 de junio de 2011

Desde dentro

Estaba aprendiendo piano porque la música formaba parte de su sangre puertorriqueña. Ningún homenaje sería más oportuno para recordarla que las notas sublimes de un virtuoso de la tierra, como Michel Camilo, para testimoniarle lo que sentimos desde dentro. Para tí, hermana, allá donde te halles.

Sueños felices

 Así se aferra un sueño a la felicidad cuando la vida es complaciente y generosa. Y así la recordaremos siempre.

El sueño de mi hermana

Ella ya lo era cuando esta madrugada mi hermana se transformó en un sueño, pasó a formar parte de la materia con la que se construyen las más hermosas promesas que nunca se cumplirán, con la que se formulan los deseos que jamás se podrán conseguir. Un teléfono de madrugada, cuando la luna se teñía de luto en los cielos, traía la voz que no sabía cómo expresar que mi hermana, la que procuró siempre ser una madre para que no nos perdiéramos, se perdía para siempre. Siempre quiso ser un sueño inalcanzado que se volcó en un único hijo y en un marido que, alrededor de la serenidad de su presencia, era un torrente inquieto de actividad. Tenía sólo 56 años y nunca cejó en querer reunir a una familia dispersa para sentirla cerca. Era un sueño que empieza a cumplir pues forma parte de él. Era mi hermana Tita, mi sueño.

domingo, 12 de junio de 2011

Política y prensa

Se acaba de producir en España una alternancia en ayuntamientos y comunidades cuya magnitud adelanta, salvo milagros inesperados, la que afectará al Gobierno de la Nación en las elecciones del próximo año. El partido conservador se ha hecho con el control mayoritario de la administración local y regional tras décadas, en algunos casos, de dominio de signo progresista. Esta muestra de salud democrática, por mucho que a algunos les pueda parecer contraproducente, es sin embargo una constante en la historia de nuestro país en los últimos siglos, dejando aparte situaciones tan excepcionales como las dictaduras.

Estudiar los siglos XVIII, XIX y XX en España es asistir al enfrentamiento entre fuerzas similares que competían por imponer sus valores y los modelos de sociedad que estimaban más convenientes para el país. Fuerzas que buscaban derrotar el Antiguo Régimen y el absolutismo de unas monarquías que se aferraban al feudalismo frente a otras que deseaban la transición hacia un Nuevo Régimen basado en la soberanía popular y el reconocimiento de libertades y derechos a los ciudadanos.

La llegada de la Ilustración, tras la Revolución francesa, fue fundamental para el despertar de unos reformistas moderados que comenzaron a expandir su ideario liberal, aunque en un principio supusiera la vuelta al absolutismo más cerrado y la implantación de un “cordón sanitario” en los Pirineos que evitara todo contagio en España. Esta lucha nunca fue un camino fácil ni exento de dificultades, más por deméritos propios que por obstáculos ajenos. Conservadores y progresistas se encontraban a su vez divididos en facciones que ansiaban moderación o criterios más radicales en sus propuestas. Ayer, como hoy, existieron sectores que se hallan en desacuerdo con lo posible, disienten de lo probable y expresan su disconformidad a través de la prensa, como fue el caso de José María Blanco Crespo, mejor conocido como Blanco White, precursor del liberalismo conservador y que tuvo que exiliarse a Inglaterra justamente cuando en Cádiz se debatía la nueva Constitución de 1812.

Es con Isabel II cuando se produce el triunfo del modelo burgués y el acceso del liberalismo al poder, cuando se asienta definitivamente el Nuevo Régimen en nuestro país. La prensa de la época refleja la complejidad de una sociedad en constante dinamismo. Una prensa, con censura y restricciones, que es utilizada como instrumento a los intereses de los distintos partidos que tratan de influir en una incipiente opinión pública que todavía es mayoritariamente analfabeta. De esta manera, los historiadores descubren ejemplos de prensa moderada, absolutista, afrancesada, demócrata y moderna, en la que cada bando ataca al contrario y da su opinión. No obstante, será el caldo de cultivo para que, pasado el tiempo y mil avatares imposibles de desglosar en un simple artículo, ésta última -la prensa moderna- se convierta en prensa de masas, alejándose de cualquier opción política en busca de independencia y dedicándose sólo a satisfacer la demanda de información de sus lectores. Para eso tuvo que transformarse en negocio y buscar la rentabilidad, con la publicidad como fuente de ingresos.

Como vemos, pues, cambios más drásticos se han dado en esta tierra y todos ellos se han visto reflejados en los periódicos, aunque el último nos parezca inédito a los contemporáneos. Lo que no cabe duda es que tan unidos han estado siempre los vaivenes políticos con los medios de comunicación que podría afirmarse que la historia de la política en nuestro país está escrita en la historia del gaceterismo español. Nunca mejor dicho eso de “escrita”. Sólo hay que leerla.

jueves, 9 de junio de 2011

Vámonos

Vámonos a invernar e hibernar, a pasar una temporada apartados de la realidad monocromática que nos ha arrollado con increíble empuje, con esa fortaleza que la lleva a invadir todos los rincones, busquémonos una cueva apartada donde no nos encuentre y acurruquémonos en un estado letárgico que nos aísle de los cantos victoriosos y las exhibiciones de poder. Asumamos la derrota y exiliémonos a cultivar ideas que cicatricen las heridas. Reconozcamos la pérdida de lo que no supimos defender y recapitulemos en la soledad de los vencidos los errores para tanta humillación. Huyamos a buscar la paz de los eremitas para reflexionar sobre los valores abandonados en la soberbia y la cerrazón. Persigamos la humildad y reconciliémonos con nosotros mismos. Vámonos.

miércoles, 8 de junio de 2011

Exámenes

Estoy de exámenes, es decir, sin tiempo para asomarme a la ventana de este blog. Supongo que algún visitante extraviado habrá notado los largos períodos de silencio que guardan las entradas. No es por falta de materias sobre las que lamentarse, sino del momento propicio para acotarlas en este lienzo de incertidumbres. Como todo fluye, pronto retornará la rutina que impregna incluso estas manías, ese afán por escribir lo que la vida nos depara con incomprensible indiferencia: la sorpresa de vivir

sábado, 4 de junio de 2011

Derrotado cuando más se le necesitaba

El Partido Socialista de España se hunde irremediablemente en el olvido de su electorado, desgarrado por sus propias contradicciones y las luchas intestinas de las facciones que lo componen. Su hundimiento no es sólo el precio de una crisis económica que tuvo la mala fortuna de afrontar durante la segunda legislatura del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, sino los errores de una gestión que no es que estuviera desacertada, sino nefastamente administrada. Si al principio se reaccionó tarde al admitir una situación mundial en franca recesión, luego las medidas adoptadas han obligado a rehusar de políticas con las que hasta el día anterior se vanagloriaba de progresismo. Y esa falta de fidelidad a unos valores que se suponían propios es lo que aleja a los simpatizantes de la confianza de un partido y unos dirigentes que quedan así en entredicho.


Pero si malo es abandonar las convicciones que identifican una opción política, peor aún es la imagen de lucha cainita por sobrevivir a una hecatombe ya inevitable, inevitable por cuanto la confianza se pierde en un siantamén pero recuperarla tarda años. Las denuncias y dimisiones que comienzan a proliferar entre cuadros de las diversas familias socialistas es lo que faltaba para hundir con más prontitud el barco. Viéndolos pelearse no se percibe una discusión ideológica para reconstruir el andamiaje de ideas que permita al socialismo atraerse el apoyo de la ciudadanía, sino la cruenta y descarada lucha por conservar el mando allí donde o bien se ha perdido (y por ello se echa la culpa a otros) o bien se conserva (y por ello busca diferenciarse de esos otros).

El Partido Popular, que aglutina el pensamiento de derechas (toda la derecha, desde la extrema hasta el centro) de este país, accederá al Gobierno de España con el mayor poder jamás alcanzado por partido alguno en democracia, ya que gobernará la mayoría de los municipios importantes, las Comunidades Autónomas y el Gobierno central, todo un paisaje monocolor que confiemos no emborrache a sus gestores. Pero lo triste no es que acapare tanto poder en función a un programa presentado a la ciudadanía para que opte con criterio a un cambio que, a día de hoy, se ignora en qué consistirá, sino que ocupará la Moncloa y demás Administraciones por desgaste de un socialismo ciego, mudo, paralítico, insensible y en franca descomposición debido fundamentalmente a sus propias contradicciones, justamente cuando más preciso se hace defender lo público y los valores de la socialdemocracia en España, en especial con una crisis que se ceba en los humildes y desprotegidos. Derrotado cuando más se le necesitaba, epitafio para el socialismo actual.

jueves, 2 de junio de 2011

Inside Job

Que estamos inmersos en una crisis que ha supuesto billones de dólares en pérdidas y la destrucción de millones de puestos trabajo, nadie lo niega. En nuestro país, la vivimos en las carnes de cuatro millones de parados y en unos negocios que, si no cierran, languidecen a la espera de una recuperación que se está haciendo de rogar. Todos sufrimos sus consecuencias, pero pocos aciertan a comprender las causas que la provocaron. Buscar estas respuestas es lo que intenta el documental Inside Job, de Charles Ferguson, que se estrenó en nuestro país el pasado mes de abril en unos pocos cines puesto que, acostumbrados como estamos a lo superficial, este tipo de proyecciones no puede competir en rentabilidad con los Torrentes y las Albóndigas que llenan las salas.

Sin embargo, la cinta de Ferguson es una muestra del mejor periodismo de investigación audiovisual que se ha realizado sobre la crisis financiera de 2008 y desvela el entramado de relaciones, ambiciones, avaricias y connivencias que unen a políticos, economistas, autoridades, académicos, inversores, agencias de calificación, bancos y empresas en busca de un beneficio exorbitado, sin importar las consecuencias.

Para empezar, se nos dice que la crisis, en declaraciones del director, era totalmente evitable, pero que una progresiva desregulación de las finanzas y una industria cada vez más delictiva han propiciado que se generara un fraude de billones de dólares. A pesar de la gravedad de todo ello, pocas personas han sido encarceladas, dándose la paradoja, encima, de tener que ayudar a unos bancos que participaron activamente del botín. Las consecuencias todos las sabemos: los perjudicados de tales “ingenierías financieras” son los que actualmente soportan el peso del saneamiento de unas finanzas que han endeudado a los Estados hasta niveles insoportables, obligándoseles a aplicar unas políticas de ahorro que perjudican aún más a los damnificados que han perdido el trabajo, casas y ahorros. “Ingenieros financieros” que, en vez de construir edificios, construían humo, como se afirma en la película.

Rastreando el accionariado de empresas y negocios, resaltando las relaciones entre accionistas, autoridades y políticos, y detallando los mecanismos que se han utilizado para permitir ese capitalismo corrupto, Inside Job va diseccionando las causas de una crisis que ha afectado a mayoría de las economías del mundo. También ofrece una sucesión de entrevistas con expertos de gran prestigio, como William Aceman, fundador y presidente de Pershing Square Capital Management, Daniel Alpert, director fundador de Westwood Capital, Jonathan Alpert, psicoterapeuta y columnista de Manhattan, John Campbell, de la Universidad de Harvard, entre otros. Sin embargo, lo mejor son las entrevistas interrumpidas o no aceptadas por quienes estuvieron en la génesis de la estafa.

Aunque no hubiera obtenido el Oscar al mejor documental en 2011, la película debería ser proyectada en horario de prime time por la televisión para que la opinión pública pueda tener acceso a una información que afecta directamente a sus… bolsillos.

miércoles, 1 de junio de 2011

Tita, mi hermana

Un correo amanece en el ordenador para traerme una tristeza que convierte en insoportable al día azul de hoy, transforma la luz primaveral en aguijón metálico que hiere los ojos y hace que las voces de la calle te perforen los oídos. Unas letras que derrotan el ánimo y humillan la voluntad hasta aplastarla bajo el peso del dolor y el desconsuelo. Unas simples palabras que destruyen todo cuanto en años has disfrutado y que, en un instante, desaparece de tu vida, dejándote con la sensación de haber perdido el tiempo y haber despreciado las oportunidades para tratarla con mayor justicia. Me escriben que mi hermana se está muriendo y no puedo remediarlo. Parte de mi vida se va con ella y ni siquiera puedo despedirla. Apostamos por separarnos para escapar cada uno en una dirección distinta y la muerte nos encuentra alejados entre nosotros, nos descubre solos y, ya sin remedio, no nos concede ninguna oportunidad para un último abrazo. Nos arrumba a la orfandad de los recuerdos que se alimentan de una pena cercana a la culpabilidad.