miércoles, 2 de marzo de 2011

Cuadernos de Roldán en Málaga

Unos días de asueto, de escapada de la rutina para estar con amigos y con uno mismo. Son ocasiones para dejarse envolver por la luz azul de esta tierra y devolver con afectos el embelesamiento que provoca en las retinas extasiadas. La vida pletórica atiborrando calles y cuerpos de carnaval y voces de poesía. Figuras distorsionadas por el arte que Picasso legó a una Málaga desparramada hacia la costa, donde un mar turquesa sirve de alfombra a la Alcazaba y Gibralfaro. Playas mansas en las que los espetos, cual peinetas, coronan de alegría a quienes ya están seducidos por unos vinos dulces como besos. Sin Lepanto pero con la “manquita”, entre Larios y lirios, Cuadernos de Roldán alcanzaba la cifra casi mágica de la plenitud: 70 poemarios en los que pintura rima con poesía para quien está acostumbrado a la algarabía. Era el día de Andalucía cuando Cuadernos fue a Málaga a prestar pleitesía a un Picasso estrábico, harto de "perchas vacías":

Cuando nada sucede
y las palabras son perchas vacías
que cuelgan del armario de los días de plomo,
es el momento justo
para escribir tu nombre,
y luego rodearlo
de las cosas sencilla
que siempre te acompañan.

Esos pequeños gestos
tan llenos de dulzura
que a veces me regalas,
bien valen desnudarlos del resto de la vida.

Cuando nada sucede es el momento
para quedarme a solas con tu nombre.

Darío Carvajal
(Cuadernos de Roldán, nº 70, pág. 58)

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