domingo, 15 de agosto de 2010

Indecisión

Miró desde lo alto el espacio azul que rodeaba todo el horizonte y sintió el vértigo de la altura. Las uñas le dolían de aferrarse a las piedras a las que se había encaramado, empujado por la soledad. Los ruidos resultaban imperceptibles, como ecos de truenos lejanos. El corazón golpeaba su pecho con furia y la respiración le secaba la lengua. Cuando saltó, el viento acarició su cuerpo y, por un momento, sintió el frío del miedo atenazar sus músculos, pero el aire lo elevó y sostuvo su peso. Había aprendido a volar.

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