lunes, 19 de julio de 2010

Médicos contra el aborto

Los colegios médicos de Andalucía están creando registros provinciales para la inscripción de aquellos colegiados que se declaren objetores de conciencia en relación con el aborto. Incluso el Consejo Andaluz de Colegios Médicos ha creado un registro regional con objeto de coordinar y prestar apoyo jurídico a las solicitudes que se tramiten a través de los órganos provinciales.

Lo curioso de esta reacción, que acontece ante la reforma de una ley que lleva 25 años en vigor, es que aparece cuando el aborto deja de ser delito para convertirse en un derecho. Para el abogado del colegio de Huelva, “los médicos ejercen una profesión libre y pueden negarse a hacer algo que va contra sus principios”, reconociendo que la objeción surge por el cambio de delito a derecho, según un suelto de prensa.

Es de justicia que, frente a conflictos de índole moral, se pueda plantear la negativa a secundar las actuaciones que los generan. En ese sentido, hay que respetar a los ginecólogos que se niegan a practicar abortos, pero lo que no se comprende es que un médico de cabecera muestre reparos para tramitar al especialista correspondiente la solicitud de una mujer que ha decidido someterse a un aborto. Quiere uno pensar que ese médico mostrará idéntico prurito moral para encauzar al urólogo una petición de vasectomía de un hombre. De no ser así, lo que se evidenciaría, más que una objeción de conciencia, sería el rechazo a reconocer la plena responsabilidad de la mujer para decidir en lo que a ella concierne, como es la interrupción voluntaria de su embarazo conforme a lo establecido en las leyes. Parece que lo que se pretendiera fuera negar el reconocimiento a la mujer de un derecho, impidiendo que acceda al mismo.

Sería saludable que, con iguales dilemas éticos, cualquier profesional pudiera negarse a hacer aquello que lesiona sus convicciones, sin temor a perder el puesto de trabajo. Sin embargo, la realidad es que no todo el mundo puede permitirse el lujo de declararse objetor de conciencia, pues ello requiere, como sucede con médicos, pilotos, controladores aéreos, jueces, etc., disfrutar de una posición relevante desde la que poder influir en cuestiones adoptadas legalmente.

La moral es algo muy rentable en función del puesto que se ocupe en esta sociedad, cuyas clases privilegiadas podrían generar más motivos de objeción de conciencia que el reconocimiento de derechos a la ciudadanía. Pero, que se sepa, no existen registros en los colegios médicos sobre esas desigualdades e injusticias sociales.

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